Justicia e Interculturalidad

Columnistas, Opinión

El problema histórico de la justicia es que desde siempre ha estado enredada no solo con la verdad, sino con el interés, el  miedo, la moral de la dependencia, el perfil de los jueces, las prácticas culturales, los abusos de autoridad, los desacatos de la prepotencia; las interpretaciones de sus leguleyos; los contextos históricos y las costumbres; con las formas vulnerables de la ética y etcétera enredos desarrollados paralelamente para que se enraíce la impunidad. Además, porque las sanciones a lo considerado como injusto nunca tendrán las correspondientes equivalencias ni los métodos correctivos liados con los agravios.

Nos envuelve una semiósfera que tiene la expectativa de deconstruir  los supuestos sobre justicia e interculturalidad en una instancia de nuestra historia en que se vive la incertidumbre de lo que se quiere entender por justo surgido de las subjetividades; de lo que se vende como verdades  desde los libre mercados de la manipulación; de las prácticas del cinismo como justificativos del poder; desde la tolerancia al engaño como práctica de la democracia; desde la impotencia fundamentada en la ignorancia que nos ha ido hundiendo cada vez más en la esclavitud; todo esto y mucho más, amparado bajo el mejor faro que ilumina nuestro tiempo:  el individualismo, el heroísmo económico  y la  corrupción y la audacia como virtudes de la degradación moral.

Pregunto: ¿Ya tenemos resuelto el caos sobre nuestra interculturalidad? ¿Será que hemos delimitado los perfiles de nuestra identidad para pretender hermanarnos en la nacionalidad que exige un Estado patriarcal?

Vamos al grano: ¿Nos tahuantinsuyisamos o nos destahuantinsuyisamos si queremos una patria profunda que no solo pregone la trinidad del incario manipulador con el ama llulla,  el ama quilla y el ama shugua? ¿Ya tenemos aclarada nuestra historia quichuizada con mitimaes desarraigados que como opresores  y oprimidos que repoblaron nuestra geografía hasta hacernos devotos del atahualpismo, que mantenemos como ícono asumido por esa parte de la historia irreversible? ¿Sabemos o saben las propias etnias sobrevivientes que perviven en sus  genes principios de  hacer  justicia al modo cañari, al modo puruhá, al modo quitu-pantsaleo, shuar  o waorani? No todos han de aplicar la mitología de la ortiga ni del bañito terapéutico en agua helada para componer el alma de un perverso.

Creo que destahuantinsuyizar es ahora irreversible porque equivale a deshispanizar la  sangre y la cultura mestiza que heredamos. Por eso es que los investigadores nos hablan que más bien los indígenas que ahora son indomestizos, han optado el camino de su desindianización, por la fuerza que ejerce la cultura dominante: No solo van dejando su vestimenta y su lengua, sino que hasta se han adaptado a las formas occidentales de manipular y ejercer el poder. (O)

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