Inseguridad en Ambato / Mauricio Calle Naranjo

Columnistas, Opinión

El pasado viernes 11 de febrero un presunto homicidio por sicariato suscitó en la parte oriental de Ambato, un hecho que enluta al gremio de taxistas porque uno de sus miembros fue víctima colateral de este crimen. Lastimosamente los ambateños avizoraron en su momento la proyección que tendría la delincuencia y por pocos días las autoridades se tomaron fotos aunque sea para el acostumbrado show mediático. Ahora, solo responden con el silencio porque saben muy bien que la situación se les salió de las manos. Vivimos momentos duros y no necesitamos de funcionarios que se peleen por quién tiene la responsabilidad o no, la ciudadanía solo quiere sentirse segura con líderes que demuestren empatía y lógica en su actuar.

Los crímenes en su gran mayoría suceden en Guayaquil, no obstante existe la posibilidad que las organizaciones delictivas continúen expandiendo sus territorios, muestra de aquello  son los asesinatos ocurridos en ciudades de la Sierra. Ilógicamente esto nada les importa a las instituciones que tienen competencia porque aun contando con la Unidad de Inteligencia, permiten que Ecuador llegue a las más altas cifras de muertes violentas y que gente inocente pierda su vida como efecto colateral solo por estar en el lugar y momento equivocados.

La ciudad está abandonada a su suerte, por eso debemos protegernos entre todos y demostrar que Ambato es un lugar donde todos se conocen y cuidan entre sí, que nos vean unidos, esa sería una estrategia ciudadana contra el hampa. No permitamos que noticias trágicas quieran entristecer la magia encantadora que caracteriza a la Tierra de las Flores y de las Frutas, es intolerable que el crimen asuste a los turistas, hay que tener cuidado que en la frágil economía del país, el turismo es una de las actividades económicas que inyectan más liquidez. No podemos estar a la espera de las autoridades, como ciudadanos debemos involucrarnos de alguna forma propositiva y con valentía mantener la paz y tranquilidad que tanto necesita la ciudad. (O)

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