Inercia 

Columnistas, Opinión

“Dejar la zona de confort” es una frase que seguramente la hemos escuchado alguna vez, pero el significado que tenemos de ella sería parcial e incompleto. Sabemos que se refiere, por ejemplo, a dejar de procrastinar y ponerse a hacer algo productivo como leer, o a levantarse temprano en la mañana para empezar el día con ejercicio físico y vitalidad; en los dos casos dejamos la zona de confort del celular y la cama para dar paso a tareas tal vez menos agradables, pero de gran beneficio. Sin embargo, muchas veces preferimos mantenernos en nuestra zona de confort por inercia y eso nos impide cambiar, mejorar, evolucionar. 

El término latino inertia significa literalmente inactividad, pereza, ociosidad. En física, inercia alude a que un objeto en movimiento se resiste a los cambios. De ahí que la primera ley del movimiento de Newton, la ley de la inercia, sea: “Un cuerpo en movimiento tiende a seguir en movimiento y un cuerpo en reposo tiende a seguir en reposo”, dicho de otra manera, los objetos por sí solos no se mueven ni dejan de hacerlo hasta que otra fuerza interviene.  

Esta ley de la física también puede aplicarse al comportamiento humano y a nuestro instinto de resistirnos incluso a cambios beneficiosos. El físico Leonard Mlodinow lo resume como sigue: “Una vez que nuestras mentes avanzan en una dirección tienden a continuar en esa misma dirección a menos que una fuerza exterior actúe sobre ellas”. Esta inercia cognitiva explica por qué nos cuesta tanto cambiar de opinión.  

Ya con el concepto de zona de confort ampliado, diríamos pues que es la inercia -y no otra cosa- la que nos mantiene en empleos que detestamos, en relaciones que no nos hacen felices, en consumidores de la misma marca de un producto aunque se lance una nueva y mejor y en votantes de los mismos políticos corruptos y sinvergüenzas a sabiendas que nos hicieron mucho daño; en definitiva, es la inercia la que nos impide asumir situaciones nuevas, desafiantes y desconocidas que podrían ser para mejor. 

Una de las razones para que todo esto ocurra es el temor a las implicaciones sociales que conlleva cambiar de opinión. No obstante, las cosas podrían cambiar (como ya lo hemos señalado) siempre y cuando aparezca una fuerza externa que obligue a torcer el rumbo de las cosas.  

En el caso de los grupos narco-políticos del país, el panorama pareciera insostenible para ellos porque cada vez se ven más implicados en el caso Metástasis; de forma que, con esta inesperada “fuerza externa” que los acorrala sin salida, la inercia en el electorado irá desapareciendo y el ciudadano se verá animado a cambiar de preferencia electoral ya sin mayor riesgo de presión social. Esperemos que así sea. (O) 

mariofernandobarona@gmail.com 

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