“Huésped incómoda” / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

Los refranes son dichos de uso común. Estas expresiones se destacan por ser populares, generales, repetitivas, metafóricas, prácticas, jocosas, célebres, rítmicas,…  y los usamos de casi de forma espontánea. No hay mejor astilla que la del mismo palo, al que madruga Dios le ayuda, no por mucho madrugar amanece más temprano, el muerto y el huésped a los tres días huelen mal, etc.

Este último refrán tiene un uso generalizado. Los mexicanos dicen: “el muerto y el arrimado a los tres días apesta” y en España se dice: «la sardina y el huésped, a los tres días echan peste». La sabiduría popular, sin importar su proveniencia, es muy elocuente.

La sede diplomática argentina, desde el agosto del 2020, tiene  “una huésped” incómoda. La exministra de Transporte y Obras Públicas del gobierno de «las manos limpias y los corazones ardientes”, María de los Ángeles Duarte, sentenciada por el caso Sobornos, ingresó en la residencia del embajador de Argentina y permanece en este lugar para evitar la prisión.

Si bien, desde el inicio de este incidente, el gobierno ecuatoriano señaló que Duarte no sufre persecución política; su par argentino le concedió asilo para que evite la cárcel y viva libremente en su territorio. La medida tendría como base la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954 y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Embajada de Ecuador en Buenos Aires conoció la noticia apenas iniciando el presente mes.

Para que la asilada goce de los beneficios de libertad en el exilio, la decisión del presidente Fernández de Argentina, no es suficiente. Al salir de la sede diplomática anfitriona, Duarte podría ser arrestada. Entonces, la exfuncionaria correísta requiere un salvo conducto que, por ahora, está negado. Juan Carlos Holguín, canciller ecuatoriano, dice que “una persona sentenciada por corrupción tiene que pagar su sentencia” y que defenderá con firmeza la negativa del salvoconducto para la exministra.

La diplomacia argentina al parecer está muy interesada en el caso de Duarte y continuará insistiendo en el asilo diplomático. Guardando las distancias, la historia de Julian Assange, se repite, pero de forma inversa. En este caso, fue el Ecuador el que entregó a la policía, al fundador de WikiLeaks, para sacarlo de su sede diplomática. Duarte, podría ser la causa de un impase diplomático, que no conviene a ninguno de los dos países. Al final, se trata de “una huésped incómoda”. Los refranes pocas veces fallan.

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