Gratitud a don Mariano Altamirano. 1884

Columnistas, Opinión

Según escribe uno de sus descendientes: Hugo Altamirano León (Dos pelileños ilustres, SAG 1998), Mariano Altamirano Dávalos fue hijo de Jacinto Altamirano Bahamonde y de María Dávalos Calvache, hermana del latifundista colonial don Tadeo Dávalos. Don Jacinto, según el biógrafo, tenía la hacienda Palama en Quisapincha  y  hay pleitos  de tierras entre las cuales aparece una hacienda hipotecada  en Guambaló, entre otros bienes litigados por préstamos a don Mariano Cobo. Procreó tres hijos: Manuel (n. 1801), Josefa (n. 1805) y Mariano (n. 1810) que según dato de su descendiente,  muere de 110 años, ya que su deceso se produce en 1918. Como veremos más adelante, este dato es erróneo, porque el periódico de J. B. Vela supone que su muerte fue por 1880.

Don Mariano Altamirano es un personaje vigente en la vida política de la provincia de Tungurahua, fue el primer Jefe Político del cantón Pelileo, creado por el decreto del 3 de julio de 1860.

Mi  interés con la presente nota, es volver sobre un dato escrito en uno de los periódicos de don Juan Benigno Vela: “El Combate, Ambato 2 de agosto de 1884, # 48.” Que dice: “Ambato de pláceme. El señor Mariano Altamirano, sujeto regularmente acaudalado  que vivía en el pueblo de Pelileo, legó en su testamento una no muy corta cantidad de dinero para que se fundase  con ella un hospital de caridad en la ciudad de Ambato y que debía llamarse San Juan de Dios, debiendo correr su organización, arreglo y economía a cargo del cura párroco de esta matriz.

Cuatro o cinco años han pasado desde el fallecimiento del señor Altamirano sin que hubiera sido posible cumplir su voluntad, porque varias dificultades ha habido que vencer, siendo la más importante la falta de una casa cómoda y a propósito para tan loable objeto.

El señor doctor Juan T. López, cura de Ambato, hizo cuanto pudo hasta conseguir que el Romano Pontífice, por medio de su Nuncio en Quito, cediera para el proyectado hospital el conventillo de los padres franciscanos que se encontraba abandonado, incluyéndose en la cesión los censos y más cosas anexas al conventillo. Con este favor del Padre Santo, el cura señor López ha desplegado todo su celo, energía y perseverancia hasta llevar a cabo la filantrópica y caritativa intención del finado Altamirano; de tal suerte que, gracias al doctor López, tenemos ya establecida esa casa de consuelo y esperanzas para indigentes y menesterosos.

El día 26 del mes que acaba de espirar, se fundó el hospital San Juan de Dios, después de que en la iglesia respectiva se celebraron magníficas exequias por el eterno descanso del alma de su fundador, acto religioso a que concurrieron una inmensa muchedumbre, el Ilustre Concejo y otros empleados locales, habiendo sido digna de llamar la atención la hermosa y sencilla oración fúnebre leída en la cátedra sagrada por nuestro cura señor doctor López y que sentimos verdaderamente no poderla publicar por falta de espacio; pero la hemos leído con todo gusto y hemos encontrado en ella magníficamente realzada la verdadera caridad cristiana sobre el espíritu egoísta de nuestro siglo.

Ambato está de pláceme; el 26 de julio de 1884, será por siempre una fecha de gratísima recordación para este pobre pueblo que no poseía ninguna casa de refugio para los desvalidos, para los desheredados de la fortuna; y la memoria del señor Mariano Altamirano vivirá siempre en el corazón de todos los habitantes de la provincia de Tungurahua…(O)

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