Gestionar la pobreza

Columnistas, Opinión

“Los presidentes no heredan problemas. Se supone que los conocen de antemano, por eso se hace elegir para gobernar con el propósito de corregir esos problemas, culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre”.

Esta afirmación atribuida a la Sra. Angela Merkel, excanciller de Alemania, cuya autoría al parecer no le pertenece, revela una verdad inequívoca. Los candidatos no son o no deberían ser sujetos alejados de la realidad en la que pretenden gobernar. El contexto en el que compiten debería ser conocido, para que desde el estreno de su mandato no improvisen más de lo necesario. No obstante, la muerte cruzada y la consecuente elección de autoridades para finalizar el ¨gobierno del encuentro¨, más allá del entusiasmo de los ganadores, los aparentes acuerdos de gobernabilidad y los primeros roces en el Ejecutivo, hasta ahora deja incertidumbres sobre la gestión de un país crisis.

A decir del ministro de finanzas, Juan Carlos Vega, atravesamos una situación trágica. La cuenta única del tesoro tendría la suma risible de 184 millones de dólares. Pero, el país necesita cerca de 2.000 millones en lo que resta del año. Los sueldos de la burocracia más el bono navideño significaría un monto de 1.320 millones. El aporte del 40% para las pensiones de los jubilados del IESS suma 196 millones. Las transferencias a los gobiernos locales por el Modelo de Equidad Territorial debería ser 250 millones. Los intereses de la deuda pública llegan a 200 millones. Todo esto sin contar la inversión en obra pública que, aun siendo invisible, significará algún monto importante. A esto se agrega una deuda interna y externa de 63.000 millones.

El nuevo presidente deberá administrar la escasez de recursos, con un riesgo país bordeando los 2.000 puntos, sin acceso a los mercados normales de deuda, con poca inversión extranjera, un fenómeno climático adverso a la vista, el cierre de la producción petrolera en el Yasuní y un grupo de opositores hambrientos volando en círculos sobre la sede de la presidencia de la república. El escenario no es favorable, pero tampoco era desconocido.

No hay justificación que valga. Tampoco es pertinente ocupar la primera magistratura para recordar la mala gestión de los gobiernos precedentes. En medio de la recesión se requiere tomar decisiones responsables, sabias, valientes… pero a veces impopulares. Estamos en el momento oportuno para encaminar al país, gestionando correctamente la pobreza. (O)

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