Extraterrestres precavidos

Columnistas, Opinión

Mi experiencia sobre platillos voladores se produjo en la ciudad de México. Con un médico amigo recorríamos una avenida en un Volkswagen. Súbitamente, mi amigo se agitó, se emocionó, gritó: «el platillo volador, míralo, míralo». Aunque él apuntaba con su mano hacia el sitio donde supuestamente estaba el ovni, yo no vi nada. No sé, quizás es un privilegio vedado al humilde trovador de caminos.

Hay quienes afirman haber visto a los tripulantes de las naves. Los describen con ojos grandes, achinados, piel de queso. El detalle que hace rascarme la cabeza es su comunicación telepática con terrícolas «seleccionados» de alguna manera. ¿Escogidos?, ¿Cómo?.

Según los contactados, los extraterestres hablan ¡español! Les dicen que no bajan porque no quieren producir un pánico infernal. Lo cual habría que agradecerles por ser tan considerados; pese a que no encuentro inteligencia en su decisión. Podrían descender, presentarse. Nosotros les demostraríamos lo buena gente que somos brindándoles una copita del buen puro, «puntas» legitimas, de Baños. Les reabasteceríamos de combustible, gasolina extra antes que suba de precio.

Yo tengo mi propia teoría. Creo que los extraterrestres no bajan porque han observado la conducta humana, específicamente el comportamiento de las élites (élites?). Deben haber quedado aterrorizados al observar cómo la OEA, todo un organismo continental, se reunió para tratar de combatir a los ladrones de cuello blanco. Y ya que todos-los magnates están metidos en la misma danza, doraron la píldora titulándola «combate a la corrupción», guerra a pañelazos que no corregirá absolutamente nada.

Si los extraterrestres tienen poder telepático de altísima frecuencia, desconocido para nosotros, seguramente penetraron en la mente, en las emociones e intenciones de los participantes en la Asamblea de la ONU Asombrados, se habrán preguntado: «¿por qué no les exigen el récord policial a todos los asistentes?». «Estos son capaces de desvalijarnos hasta el mismo platillo volador».

«¡Qué planeta tan extraño es éste! habrían podido concluir. (O)

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