Espiritualidad y fortaleza
Un día como hoy, pero del año 1985, el Papa Juan Pablo II se encontraba en suelo ecuatoriano, suceso de trascendental importancia para la historia de nuestro país, ya que era la primera vez que la mayor autoridad eclesiástica visitaba Ecuador. Este evento sirvió para realzar el espíritu católico de toda una nación que miraba con esperanza un nuevo año, que luego se volvería polémico por las acciones terroristas de Alfaro Vive Carajo.
Hoy en día, estamos iniciando un año difícil, con un conflicto armado interno que comenzó hace algunos días y que mantiene a todo Ecuador en vilo, pese a la acertada acción de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. El Ecuador, incluso con miedo, se mantiene unido en una sola fuerza para combatir el gran problema del crimen organizado. Sin embargo, creo que ahora nos hace falta parte de esa espiritualidad y resiliencia que tantas veces ha tenido el ecuatoriano frente a este tipo de situaciones.
Con el avance de ideologías exportadas de Europa y los Estados Unidos, se ha querido minar la espiritualidad y el catolicismo de todo un pueblo. No sólo ha pasado en Ecuador; se trata de un fenómeno global que amenaza con acabar con el pensamiento religioso y, en particular, el católico. Abrazar nuestra espiritualidad nos ayuda a conectarnos con nuestros anhelos más profundos y mirar con esperanza el mañana, aún más con la situación que estamos viviendo. Nos encontramos en uno de los momentos más tensos en la historia ecuatoriana, únicamente equiparable con el antiguo “problema peruano”. Pero ni así creo que tiene comparación, pues, en el caso actual, los enemigos son más inescrupulosos.
En definitiva, creo que un pueblo decidido a combatir grandes males debe tener una autoestima más grande, y en todo aquello influye la religión. Por ser un pueblo que, por la simbiosis cultural propia del mestizaje, adoptó una religión mayoritaria como el catolicismo, creo que se debe seguir fortaleciendo y luchando por ello. Un pueblo con autoestima es un pueblo con fuerza. (O)