ERES EL PROMEDIO DE TU ENTORNO / John Tello Jara

Columnistas, Opinión

Elige bien a tus amigos, ya que de ellos aprenderás sobre estrategias de vida, tanto para el fracaso como el éxito; si estás próximos a contraer nupcias matrimoniales y pides consejos a un divorciado, probablemente éste te comente las peores anécdotas del matrimonio, pero si el consejo viene de una familia feliz, elaborarán un poema sobre la etapa conyugal.

Sales a la esquina de tu barrio, te reúnes con los vecinos de la cuadra y vemos que se vuelve un procedimiento rutinario “caer” para la botella de licor, hablar sobre las bohemias, las caídas, las resacas, las deudas, sobre quien “aguanta” más en las libaciones y sobre la agenda de la próxima borrachera donde el fracaso, rutina y retroceso se aseguran.

Pero qué tal si te reúnes con tus amigos del barrio, tus vecinos o tu propia familia y al calor de una agradable conversación con un chocolate “ambateño” por supuesto, ubicamos como tema de conversación las estrategias que llevaron a un emprendedor a generar producción y aumentar la mano de obra; que tal si el tema de platica versa sobre la geografía económica de nuestra ciudad y provincia para identificar el sitio en los que existe mayor producción de cebolla, fresas, mora o talvez dialogar sobre los precios de productos ferreteros para la construcción de las últimas semanas.

No podemos elegir a nuestra familia, pero sí a nuestros amigos; si nacemos pobres no es nuestra culpa, pero si morimos pobres sin saborear la riqueza si lo es. Entonces empecemos a retomar nuestras reuniones con aquellas personas que valgan la pena y más que todo que dejen huella en nuestro entorno, pero que sea una marca motivadora para buscar la felicidad y generar riqueza.

Se comenta que un multimillonario (de niño) al lustrar zapatos, escucho a uno de sus clientes comentar que la gente adinerada se concentraba en una cafetería del barrio, tan solo para conversar; entonces, ahorraba todos los días un valor determinado de dinero para tomar café en ese restaurante, donde pasaba horas enteras, tan solo escuchando lo que la gente decía del mundo de los negocios.

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