EL TONTO ÚTIL/ Mauricio Calle Naranjo

Columnistas, Opinión



Luego de las festividades de fin de año, empieza la etapa final de las campañas electorales donde los candidatos ofrecen el oro y el moro a los ciudadanos, y se escuchan promesas que no calzan en la demagogia, pero si se ajustan en la locura. Prometen hacer lo que ni siquiera son las competencias y responsabilidades del cargo que pretenden asumir, y existen algunos que actualmente firman ostentando el curul que aún no ganan porque desconocen que primero deben realizarse las elecciones y luego el CNE de ser el caso le entregará las credenciales para que inicie su periodo.

Es indignante, que algunos personajes que han incursionado en la carrera por un puesto de elección popular, desconocen la totalidad de los deberes y obligaciones que tendrán cuando sean electos. Estas personas que se dicen llamar “políticos” no hicieron su plan de actividades, sin embargo, prometiendo cargos o contratos a terceros, consiguen realizar la campaña sin costo, burlándose que cuando ganen, les darán trabajo.

Este comportamiento vil y descarado, ya no es sorpresa; es una costumbre arraigada de quienes pretenden servirse de la política. Nunca fue su afán servir al pueblo al estilo de Platón y descrito en su libro “La República”, y tampoco esta gente tiene aptitudes o talentos que sirvan a la sociedad, como lo describe Séneca en uno de sus diálogos. Es triste ver a gente ilusionada haciendo campaña ya que le prometieron que haga bulto a cambio de algo, y más triste es ver a los funcionarios de contrato en las instituciones donde saben que a partir del 05 de febrero de 2023 deberán buscar otro trabajo, porque su puesto ya tiene nombre y apellido, en el escenario que gane un nuevo contendor.

En Ecuador, a estas bajezas le llaman política. Pero es un error esta denominación, pues los nuevos aspirantes de esta campaña 2023 siguen utilizando las artimañas, injurias, juego sucio, trampas, mentiras, pasquines, etc., que el politiquero de siempre ha usado para cumplir con sus macabros intereses. Mientras tanto los “tontos útiles” en su ingenuidad o en su astucia, seguirán defendiendo a capa y espada a su cacique. “Cuando al malagradecido se le olvida quién lo ayudó, la miseria le refresca la memoria” (anónimo).

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