EL TINGLADO INOPORTUNO / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión

Cuando el sainete se configura en la urgencia y se resume en la virtualidad, y sin importar la norma, se adoptan posiciones de rebeldía y desacato, lo menos que está llamado a suceder es qué -la inteligencia- se active y accione las posibilidades que la constitución y la ley franquean, en salvaguarda de la justicia, de las garantías, de la verdad y el derecho. 

Sin embargo, no faltarán las voces y las frases amenazantes de ciertos “acuciosos adalides de la noticia” que digitalmente viven del escándalo y se solazan con esos entuertos; como tampoco, permanecerán ausentes las sonrisas burlonas de quienes propusieron e hicieron posible el desaguisado político, y que, aparentemente deberán correr con alguna de las implicaciones jurídicas que devengan a futuro. 

Categóricamente, los seguidores manifiestos de los agoreros del desastre, se juntaron a sus otros conocidos, coincidentes o amigos y sumaron una alegría a su feriado. Eso no se discute. 

Los apesadumbrados ciudadanos que, a disgusto siguen los desenlaces legislativos, añadieron más de una lágrima de impotencia y molestia al forzado de celebración independentista. Esta puede ser la otra mirada. 

En realidad, todo es parte del multifacético país que nos acoge.

Es parte de la innumerable cadena de acontecimientos que seguirán sucediéndose, con el solo atisbo de quebrar a un gobierno a como de lugar, o por lo menos hasta que, hartado de tanto merengue, resuelva finalmente dar paso a la “inmolación cruzada”, como antesala anticipada del supuesto regreso que tanto anhelan los fetiches de la zurda rancia y estacionaria arremetida regional. 

O, en su defecto, hasta que termine totalmente sometido al desenfreno de una mayoría insatisfecha e insaciable.

En contraste, y del otro lado de Rumichaca, se anuncian medidas importantes para incrementar el precio de los combustibles y la eliminación de los subsidios.

Pero de este lado, los pacíficos agresores de los bienes públicos, olímpicamente declarados inocentes de polvo y paja, a diferencia de sus pares ideológicos, anarquistas y algo más, exigen todo lo opuesto: más subsidios y menores precios.

También se muestran insatisfechos e insaciables los movilizados del 19 y del 22, en estas instancias “de diálogo “.

¿Será que las ideologías, para unos asuntos se adhieren y para otros se modifican y alteran tan evidentemente, al punto de terminar defendiendo los opuestos, de un territorio a otro, por la sola separación de algo menos de cien metros?

Temas sugestivos para ser investigados, sin duda, son los que quedan insinuados.

Ojalá, el cometido encuentre un comedido que sirva para impulsarlo y para saciar su avidez de información. Y que nos permita saber el desenlace. 

Siempre hay algo que aprender. 

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