El punto negro 

Columnistas, Opinión

Un día, el profesor entró al aula y dijo: «prueba sorpresa» e inmediatamente fue entregándoselas con el texto hacia abajo; después que todos los estudiantes las recibieron pidió que voltearan la hoja. No había ninguna pregunta, sólo un pequeño punto negro en el centro de la hoja. «Van a escribir un comentario sobre lo que están viendo en esa hoja», dijo. 

 
Los chicos comenzaron entonces la bizarra tarea. Terminado el tiempo, el maestro recogió las hojas y comenzó a leer las redacciones una a una en voz alta. Todas sin excepción, definían el punto negro intentando dar explicaciones que iban de las más elementales a las más ingeniosas e imaginativas. Terminada la lectura dijo: «Nadie ha hablado de la hoja en blanco, todos centraron su atención en el punto negro». 

Es eso lo que acontece en nuestras vidas. Tenemos una hoja en blanco entera para observar y aprovechar, pero solemos centrarnos en los puntos negros. La vida, al ser un regalo de Dios siempre nos da motivos para celebrar: la propia vida, los amigos, las oportunidades, la familia, el trabajo, los sentidos, los milagros; sin embargo, insistimos en fijarnos sólo en las manchas negras: la situación del país, la salud que se deteriora, la falta de dinero, la relación difícil, la decepción con un amigo o familiar, las malas noticias. 

 
Los puntos negros son mínimos en comparación con todo aquello que se nos ofrece diariamente, pero son los puntos negros los que pueblan nuestra mente. Por eso, está bien quitar los ojos de las manchas de la vida y voltearlos para disfrutar la belleza expandida de la hoja en blanco. 

No obstante, continuando con el hilo fantástico de la historia, le invito ahora a imaginar el mismo punto negro en medio de la prístina hoja de papel, con la diferencia de que este ha crecido de tal manera que casi ha cubierto por completo la hoja, convirtiéndose en una enrome mancha negra rayada con tanta fuerza que algunos sectores de la hoja están a punto de romperse. 

Ahora, deje de imaginarla y véala en la realidad de la narcopolítica ecuatoriana que dejó hace mucho de ser un insignificante punto y que desde el 2007 hasta hoy no deja de crecer.   

Y está bien que incluso en este caso apreciemos la pequeña parte blanca que aún queda de la hoja, como, por ejemplo, el esfuerzo que hace el gobierno nacional por combatir al narcotráfico (fíjese que no digo a la narcopolítica); sin embargo, si nos pidieran escribir un ensayo y con el ejemplo inicial evitar hablar de la mancha para centrarnos solo en la parte blanca, le estaríamos haciendo el juego a la delincuencia, sería como seguir rayando la hoja, nuestro silencio contribuiría a que el punto crezca.  

Conclusión: Dada la magnitud y profundidad de la mugrienta mancha de la narcopolítica en el país, para eliminarla no hay que obviarla, sino todo lo contrario: debemos gritarla, denunciarla y encararla. (O) 

mariofernandobarona@gmail.com 

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