El poder de la mente humana / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

De tantas experiencias, despertó curiosidad el momento que María relato el sueño de la noche de invierno en Canadá. “Soñé que mis hermanos estaban vivos. En el sueño yo estoy con ellos. Pero los siento fríos y no encuentro manera de abrigarlos. Hay silencios incómodos, largos. No encontramos mayor cosa que decir el uno al otro. Compensamos el mutismo con un montón de abrazos porque parece no ser un sueño sino un escenario de vida real.”

“Mis hermanos están jovencitos, como lucían en sus años de estudiantes. Están en lugares verdes de nuestra provincia. Pero, por más que me rajo la cabeza no logro identificar esos parajes.”

“Después de lo que parece un lapso infinito, retorno a la ‘realidad’ del sueño. Quiero, desesperadamente, preguntarles cómo es estar muerto; pero, como que existiesen reglas contrarias a esa pregunta, ninguno responde. Es parte del arreglo por el cual ellos están vivos en el sueño. Pueden permanecer vivos sólo si no hablan sobre su estado difunto.”

La experiencia de Carlos es muy diferente. “Soñé que un platillo volador aterrizó cerca de mi casa. De inmediato, cientos de personas se juntaron. Estaba determinando que yo abordaría el platillo volador. Nadie más. Cómo lo sé, no lo sé. Ni Anita, ni Tere, nadie de la familia, ningún amigo, solamente yo. No supe el porqué de mi elección.”

“El platillo volador me llevó muy lejos. Viaje larguísimo, en tinieblas. Por meses y meses permanezco sentado al filo del platillo volador. Platillo abierto, desprotegido, expuesto. Terriblemente temeroso de caer al espacio temeroso, espacio sin fin. El pavor se tornó tan grande que para solucionar la situación tuve intenciones de saltar y ponerle fin a todo el drama. Pero también supe – y esto me llenó de júbilo – que si no saltaba, lo soportaría. Me forcé a mí mismo a permanecer ahí, pase lo que pase.”

“Arribé a una dimensión desconocida para los humanos, más allá de otras dimensiones. Es una galaxia nueva, galaxia de alegría pura.”

“No tuve noción si podría retornar a la tierra. Pero eso no me importó. Conocer esa nueva dimensión fue recompensa extraordinaria. Al final, la dimensión me bañe de luces y luces y colores como el arco iris; saturándome de infinito, como una deidad.”

¿Podrá la ciencia descubrir todo el poder maravilloso que encierra la mente humana?… ¿Algún día? (O)

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