El gran aporte oriental / Klever Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

Al estado de tensión agudo del organismo obligado a movilizar sus defensas para hacer frente a una situación amenazante, a toda exigencia ambiental que genere tensión y requiera cambio o adaptación se llama estrés. A una vida que no es perfecta en absoluto, en que ocurren acontecimientos negativos y en que hasta los placeres se acompañan de complicaciones. La manera como superemos el estrés, tanto intenso como leve, influye de modo decisivo en nuestra salud y en la calidad de nuestra vida, ya que éste, interviene en muchas enfermedades físicas y psicológicas.

El ser humano muestra una gran preferencia por el orden, la continuidad y lo predecible en su vida, por eso se percibe como estresante cualquier hecho, bueno o malo, que conlleve a un cambio, por la misma razón el grado del cambio que requieren diversas situaciones indican cuan estresantes son. Un claro ejemplo es la pandemia y el tremendo cambio que sufrimos en estos dos últimos años.

Gran parte del estrés proviene de los grandes traumas y también de la suma de experiencias que generan presión, conflicto, miedo, incertidumbre, frustración y más.  Hay que considerar que todos estamos expuestos a generar estrés, percibimos las amenazas y el organismo se encarga de controlar, reducir o aprender a tolerar éstas, a esto llamamos resistencia al estrés, mecanismos de defensa conscientes e inconscientes que buscan conservar el sentido de control mediante la distorsión o negación de la naturaleza real de la situación. Se produce un conjunto de reacciones fisiológicas en tres fases: la etapa de alarma, es decir la conciencia inicial de un factor estresante, la de resistencia, donde se combate, y la de agotamiento, que es la incapacidad de adaptarse al estímulo estresante, generándose problemas físicos, psicológicos y emocionales.

Además debemos tomar en cuenta que, para tener buena calidad de salud, en la Medicina Tradicional China, tiene capital importancia nuestra historia desde las condiciones de salud de nuestros progenitores en la concepción, nuestra calidad futura de vitalidad e inmunocompetencia (calidad de defensas), a más de la genética, tiene mucho que ver nuestra vida epigenética, la intrauterina, las circunstancias de vida de nuestra madre, su entorno, sus conflictos, su nutrición, su estado psicoemocional, entre otras. Nuestro desarrollo psicoemocional desde que nacemos, nuestra alimentación, las características de nuestro entorno familiar, nuestras células espejo irán receptando imágenes que determinarán nuestra salud mental. Mucho dependerá del estrés al cual nos veamos sometidos en todas las etapas de nuestro crecimiento.

Dependiendo de la intensidad y el tiempo que nos exponemos a las situaciones de amenaza podemos tener grandes y atentatorios cambios en nuestra salud física. Se producen profundas alteraciones biológicas y un potente efecto negativo sobre el sistema inmunológico (defensas). Oriente aporta con la Acupuntura como su milagroso y sanador recurso terapéutico para regular, armonizar, regenerar y restaurar nuestro organismo y nuestras defensas.

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