El dolor de cintura / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

El dolor lumbar constituye uno de los motivos de consulta más frecuentes en la atención primaria en general y en quienes manejamos dolor en particular. Según varios estudios, el 90 % de la población han presentado en algún momento de su vida. Es un padecimiento raro antes de los 30 años, alcanza su mayor incidencia en la década de los 40 constituyendo una de las causas más frecuentes de ausentismo laboral. Puede iniciarse en forma brusca, que es lo más habitual, o insidiosa, con cuadros previos de dolor lumbar puro. Cuando el dolor lumbar que se propaga al glúteo, cara posterior del muslo, cara postero-externa de la pierna, pie hasta terminar en la punta de los dedos se le denomina ciática. Por el tiempo de evolución podemos clasificarle en aguda, subaguda (inferior a 3 meses) y crónica (superior a 3 meses).

Por la forma de presentación, en un 80 % de los casos la causa radica en trastornos mecánicos (dolor súbito o relacionado con esfuerzo, movimientos o adopción de posturas incorrectas, sobrecargas, contracturas, traumatismos, posiciones viciosas por largos períodos de tiempo, alivia con el reposo), o de tipo inflamatorio (progresivo, gradual, impide el sueño, persiste con el reposo, sin causa aparente). Tanto en el origen del dolor lumbar como en la respuesta al tratamiento, intervienen factores físicos, psicológicos, sociales y laborales (efectos traumáticos acumulativos) difíciles de estimar y resolver y que desempeñan un papel de gran importancia. Desde un punto de vista biomecánico, las fuerzas de compresión que recibe una vértebra, se reparten entre el disco intervertebral, las articulaciones, los ligamentos y los músculos vertebrales que son las estructuras que forman la unidad funcional de la columna que conservan la forma de ésta y dan estabilidad a la misma. El disco intervertebral es una estructura fibrocartilaginosa, compuesta principalmente por agua, que se nutre por difusión desde los tejidos vecinos. Existe una relación directa entre el grado de presión intradiscal y la degeneración del disco, que es la causa de un elevado porcentaje de episodios de dolor lumbar, ya que es la zona donde soporta más peso. Además, la zona lumbar es la que permite el mayor grado de flexión, que es el movimiento que produce más lesiones en el disco intervertebral.

El sedentarismo, el sobrepeso facilitan las anomalías de la estática de la columna (escoliosis y alteraciones del eje de la columna) así como también anomalías estructurales, tanto de los discos intervertebrales (hernias de disco, protrusión discal) como del resto de estructuras que componen la columna lumbar. El examen físico minucioso, el examen neurológico, un buen estudio Rx, la Tomografía, la Resonancia Magnética, la Electromiografía, la Gammagrafía ósea, la Densitometría ósea, los exámenes de laboratorio que ameriten, etc, harán que el paciente reciba el tratamiento responsable y oportuno a fin de evitar complicaciones. Debemos hacer un balance riesgo-beneficio sobre las estrategias a tomar para fines de tratamiento, ser lo menos invasivo posible, suplementar o complementar las terapias convencionales dependiendo de la necesidad individual de cada paciente. El reposo en cama en posición correcta es fundamental para la recuperación, La Acupuntura por su efecto analgésico-antiinflamatorio-restaurador. Los ejercicios suaves y progresivos (Cinesiterapia) la termoterapia (infrarrojos, compresas, mantas eléctricas), el tratamiento farmacológico local y sistémico si el caso amerita. (O)

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