¡El conformismo social! / Aracely Silva Cadmen

Columnistas, Opinión

La conformidad social es un fenómeno psicológico a través del cual podemos cambiar nuestra opinión o alterar la conducta con el fin de adaptarnos a la presión de un grupo.  Es tan cotidiano escuchar a muchas personas renunciar a su propio criterio para seguir la opinión de otros. La capacidad para la toma de decisiones individuales desarrolla en las personas una creencia de libertad. Los miembros de un grupo social deben ceder cierto nivel de derechos personales para que prevalezcan otros de naturaleza grupal.

Entendemos por conformismo al cambio de creencias o conductas debido a la presión de un grupo. En nuestro entorno social muchos individuos no son capaces de percatarse de la continua influencia social a la que nos vemos expuestos día a día. Solo pensemos cuando vamos a salir, en casa preguntamos si la ropa es la adecuada, si esta combinada, si los accesorios son los correctos, si la corbata está bien, la correa armoniza; son pequeñas muestras en las que podemos darnos cuenta que la opinión y la influencia del entorno adquiere un papel fundamental.

La conformidad social es definida como el nivel en el que un individuo o grupo puede alterar su opinión y actitud para adaptarse y encajar en las normas sociales de otro individuo, grupo, o comunidad.

El conformismo social tiene mucho que ver con la cohesión del grupo, el estatus social, el compromiso e importancia de la opinión de otras personas en las decisiones. Por otro lado, la resistencia puede ocasionar, en algunas situaciones, un rechazo social y aislamiento o el temor a que dicho rechazo pueda suceder.

Somos realmente libres a la hora de tomar cada una de nuestras decisiones.

Conocemos tres tipos de conformismos, y muchas personas están bajo esta situación y no se dan cuenta; tenemos el conformismo de cumplimiento este hace referencia cuando la persona está de acuerdo con la opinión del resto, pero mantiene la suya de forma privada; el conformismo de identificación, es cuando el individuo comparte la opinión del grupo únicamente mientras forma parte de él; y el conformismo de internalización cuando la persona mantiene la opinión grupal después de abandonar el grupo.

 Detengámonos a pensar que corremos un grave riesgo al ser conformistas, porque estamos a un paso de perder la individualidad. Conformarse a lo que hay, es empezar a morir. Mientras uno es capaz de indignarse, de discrepar, de imaginar que otro mundo es posible y de luchar por él, la historia está viva.

El conformismo es el principio del final, la consecuencia de la deconstrucción de todos los sueños utópicos. El conformista deja de participar política y socialmente en la construcción de un mundo mejor y se limita a quejarse.

Como conclusión, podemos observar una gran cantidad de factores, tanto sociales como individuales, que influyen en la susceptibilidad del individuo a la presión social y la conformidad social.

“El conformismo es la forma moderna del pesimismo”.

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