El cielo y el infierno de los corruptos /Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión


Los políticos corruptos cobijados de impunidad en el Ecuador, pero aún más que eso, dotados de la magnificente obsecuencia de una pequeña parte del pueblo complaciente e ignorante, deben sentir, digo yo, algo parecido a vivir la ubicuidad del infierno y el paraíso en un mismo momento. Como alguien dijo alguna vez: “No hay nada más sublime que una montaña que arde”: arriba, tocando el cielo, los eternos glaciares de blancura inmaculada con fríos que congelan el tuétano, y abajo, en las entrañas de la montaña el mismo infierno de lava que el momento menos pensado vomita con furia toda la maledicencia contenida.

De esta forma, ellos, los políticos corruptos, disfrutan de las delicias del poder y de la bien aprovechada coyuntura de negocios y negociados gozando temporalmente del paraíso, pero tragan saliva cuando se van descubriendo uno a uno los pestilentes entramados de corrupción que podrían hacer que terminen oliendo azufre por el resto de sus vidas.

Esa es la lógica: blancura paradisíaca y negritud tizne, cielo e infierno, arriba y abajo, luz y obscuridad, felicidad y desgracia. Eso vivieron -y viven aún- muchos políticos corruptos de la Revolución Ciudadana que en sus momentos de gloria, cuando nadie les fiscalizaba y manejaban todo a su antojo y capricho, literalmente flotaban en el paraíso del poder, y ahora que a diario salen a la luz sus inmundicias, lo único que alcanzan a balbucear es una cobarde y simplona negación a todas las acusaciones. No pueden hacer más, no saben hacer más, les es imposible desmontar sendas acusaciones, sólo les queda negarlo, como bien lo hacen los grandes canallas.

No hay un solo hecho de corrupción denunciado, ni siquiera de los que ya han sido probados y sentenciados -como las coimas de Odebrecht a Glas o el secuestro a Balda- que no lo hayan negado. Para ellos todo, repito, todo es un invento de la oposición, de la prensa corrupta y del gobierno traidor. Incluso en el último, el del famoso Arroz Verde, Galo Mora, tesorero de campaña de Alianza País (AP) dice que nunca conoció a ningún ciudadano brasilero y que jamás recibieron dinero de Odebrecht (lo mismo dijo Correa del dinero recibido de las FARC).

Debe ser muy incómodo -supongo- vivir gozando de las delicias de lo malhabido y a la vez pretendiendo parecer honesto sin más argumentos que la sola negación. Así viven los corruptos de AP: con el cielo y el infierno en un solo escenario aupados por la complacencia de unos pocos trasnochados solitarios. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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