El brandig político / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión


A pocos meses de las elecciones presidenciales y de asambleístas, en el Ecuador hay posibles escenarios y muchos candidatos. A priori, la ciudadanía desconoce el número exacto de postulantes y las propuestas, mucho menos. 

En este contexto, los jefes de campaña y asesores deberían estar puliendo detalles antes de iniciar oficialmente la campaña electoral. La política moderna es diversa a la que se realizaba con grandes concentraciones y ansiados discursos.  Hoy, no bastan los nombres ni los partidos. Las campañas exitosas se manejan de forma profesional, con expertos y grandes presupuestos. 

La gestión de una marca para hacerla conocida, deseada y con una imagen positiva en la mente y el corazón del público se llama branding. Indudablemente, somos parte del universo de consumidores y esto obliga a las empresas electorales a pensar meticulosamente cada paso, estrategia y acción de marketing que pueda hacer eco en todos los rincones del país con el objeto de ganar votos. 

En conexión con la estrategia publicitaria, el branding político busca posicionar la marca de un candidato. Para los creadores de campañas, resulta un buen negocio dedicar tiempo, conocimientos y experiencia a la construcción de una marca. En este caso la marca es el propio candidato y todo lo que gira en su entorno. Esta imagen supone trabajar en branding político y crear el activo más importante para posicionar la candidatura. Todo se convierte en un reto, cuando la mayoría de ciudadanos rechaza a los políticos.

El branding político requiere de una responsabilidad y objetivos difíciles de conseguir, pero no imposibles; no se trataba de una marca o campaña más, sino de crear la identidad de un candidato como alternativa real y coherente a los ojos de la población. Hay un claro malestar hacia los representantes que fueron elegidos en los últimos años, dados los escándalos de corrupción, los privilegios y la falta de resultados en favor de la sociedad. Cuando la población tiene poca esperanza en las próximas elecciones, los especialistas deberán esforzarse para transformar la deteriorada imagen de los políticos. (O)

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