El arte Salasaka perdura 

Interculturalidad

Salasaka, una vibrante comunidad indígena situada en la provincia de Tungurahua, Ecuador, es un fascinante reducto cultural caracterizado por su profunda lealtad a las costumbres y tradiciones ancestrales. 

Este grupo étnico, cuya presencia se extiende también a Bolivia, se distingue por su extraordinaria habilidad en la elaboración del arte textil y artesanal, una actividad que es pilar de su vida económica y expresión de su cosmovisión. Sus tapices, tejidos a mano en telares de tecnología muy antigua y vendidos en la “Plaza de las Artes” de Pelileo, son auténticas narrativas visuales de su vida cotidiana y mitología.

El origen de los Salasakas es objeto de debate, siendo la teoría más difundida la de los mitimaes, sugiriendo que fueron traídos desde Bolivia en el siglo XV por el gobernante inca Pachakutik. Esta hipótesis es respaldada por similitudes en sus apellidos, música y festividades. Su lengua materna es el quechua (o Kichwa), conocido como Runasimi, la familia lingüística indígena más hablada de las Américas y reconocida oficialmente en Ecuador, Perú y Bolivia.

Sus costumbres están fuertemente marcadas por un comportamiento considerado hosco y reacio a mezclarse, lo que ha facilitado la preservación de su rica herencia. El Inti Raymi o festival de la cosecha, celebrado en junio, es su fiesta más importante, donde el Varayuk o Alcalde, portador de la varita que simboliza el poder, es la figura central. Las creencias tradicionales, que veían al sol (Inti-yaya) como padre y a la luna (Quilla-mama) como madre, se han sincronizado con el catolicismo. Ceremonias como la aya caray, en el Día de Todos los Santos, son vitales para la cohesión social, compartiendo simbólicamente comida con los difuntos.

La vestimenta es un símbolo de identidad. Los hombres llevan largos ponchos negros y pantalones blancos, con sombreros de ala ancha, mientras que las mujeres visten chales coloridos y largas faldas de lana sujetas por el cinto tejido llamado chumbi. Sus viviendas han evolucionado desde el estilo tradicional de hierba y bambú hasta el más reciente de bloques de cemento. En su dieta, destacan los granos de maíz, el choclo y la carne de cerdo asada. La comunidad Salasaka, a pesar de los desafíos de la migración por escasez de tierras y la necesidad de trabajo asalariado, continúa siendo un baluarte de la identidad andina, manteniendo viva su cultura a través del arte y la tradición. (I)

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