El angustioso maullar de un gato / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión

Por inverosímil que parezca, la impúdica coincidencia de sentencias judiciales contradictorias sobre un mismo tema, ha generado en la ciudad y en el país un ambiente de incertidumbre, cuando no de zozobra, porque el mas común de los mortales y ni se diga de los entendidos del derecho, acierta a comprender y entender este desaguisado que, por ahora, mantiene a la «Carita de Dios» con burgomaestres disputando y compartiendo a hurtadillas un sillón que -históricamente- ocuparon  ilustres ciudadanos que dignificaron el cargo y honraron con sus acciones y presencia a quiteños, ecuatorianos y latinoamericanos. 

Y es que esta situación -vox populi- dentro y fuera de las fronteras patrias, ha cobrado matices de preocupación e hilaridad. Deja entrever una Función Judicial cuestionada y muy venida a menos. Lo mas grave, desprovista de esa unicidad de criterio y sed de justicia, tanto que termina apuntalando personalismos y haciendo tabla rasa de la seguridad jurídica.

Los jueces de la Corte Provincial de Pichincha -leyendo mas allá del pedido- circunscrito única y exclusivamente a impugnar el informe de la «Comisión de Mesa», ratifican el pronunciamiento venido en grado y extensivamente -de su propio peculio- dejan sin efecto la remoción del alcalde Yunda, que fuera jurídicamente resuelta por el Concejo Metropolitano y ratificada su pertinencia (en última y definitiva instancia) a través de consulta expedida por el Tribunal Contencioso Electoral. 

Insólita y deliberadamente dejan a Quito y sus vecinos frente a la existencia de un conflicto, no solo de intereses, sino de competencias que deberá ser resuelto -en tanto así se demande- por la Corte Constitucional, siguiendo la recurrida, manoseada y abusada acción extraordinaria de protección.

Mientras tanto, cuesta entender el tardío y suigéneris pronunciamiento del Consejo de la Judicatura, llamando la atención de operadores de justicia para obrar con apego a la ley. 

Inquietaba el «silencio» del TCE hasta que por fin su Presidente apareció e hizo referencia a las acciones subsecuentes que la normatividad franquea frente al incumplimiento de sus decisiones. (Habremos de esperar para ver que pasa). 

Y, entristece en extremo el ostracismo de muchos ciudadanos de Quito que parecen haber perdido convicciones  y arrestos para defender las causas justas y el derecho de la ciudad.

En esta época de verano ardiente y vientos silbadores, en la madrugada se alternan con los maullidos lastimeros del gato que busca compañía y, como si se tratase de una premonición, la angustia hace presa fácil de los vecinos, cansados de tanto arañazo, descomedimiento e irrespeto a la Capital del País -todo- fundamentado en el estado de derechos de la Carta de Montecristi.

La Asamblea Nacional que con 92 votos bloqueó la posibilidad de sancionar a una de sus «miembras» y como si nada ha pasado, la expresión: «Si roben, roben bien, justifiquen bien, pero no se dejen ver las cosas» con seguridad, se guardará en los anales de la historia como frase sacada de contexto; lamentablemente no es la instancia confiable para ajustar el texto constitucional del «estado de derechos» para evitar estos y otros desafueros políticos y jurídicos en un Estado de Derecho.

Es urgente resolver el problema y recuperar no solo la ciudad. (O)

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