Proforma / Esteban Torres Cobo

Columnistas, Opinión

Tratar un proforma presupuestaria prorrogada en año electoral es, en la práctica, poco trascedente. Casi dos terceras partes del tiempo ya han pasado y, en lo que resta, poco se puede hacer más que intentar tener en algo la casa en orden, algo que, por cierto, no logran algunos con facilidad. Y su tratamiento legislativo, además, y como es lógico, impide que la Asamblea rechace la proforma que presenta el Ejecutivo y únicamente permite que con 71 votos la devuelva con observaciones y, en un segundo momento, la apruebe con observaciones y con 91 votos. Algo poco probable y que, al final, permite que el Ejecutivo avance con lo que mandó a la Asamblea. Algo que sucedió con las últimas proformas del expresidente Moreno. Varios economistas, entre ellos el economista Albornoz, lo ha reconocido en reiteradas ocaciones.

Pero más allá de la práctica, esta proforma tiene implicaciones importantes para un gobierno que se instala y que lo hace alejado de la línea política de los gobiernos previos. De una línea de que, en el papel, y bajo la bandera liberal, debería alejarse de la socialista y la keynesiana, que ha primado por décadas en el Ecuador.

Pero que, lamentablemente, no cumple esas expectativas y que se hunde más con el plan cuatrinanual. Triste y pesimista frente a una propuesta de campaña y de gobierno que se precia de alegre y optimista. Y no lo digo yo. Lo dicen economistas conocidos, en una gran mayoría, y de nombres familiares para quienes están en el Ministerio de Economía. Walter Spurrier, entre algunos.

¿Y cual es el problema de la previsión cuatrinanual que acompaña a la proforma presupuestaria? Su disonancia con lo que dice fuera de la previsión. Yo entiendo la prudencia de manejar las cifras y de no inflar las expectativas. Y la celebro. Pero una disonancia tan abismal sí preocupa.

Lo primero: el ajuste, según el papel, no será rápido. Será gradual. Poco a poco. Pero tampoco será exitoso porque en el 2025 el déficit fiscal seguirá existiendo. Lo cual no tiene consecuencias solo económicas, sino también políticas. El famoso gradualismo fue el catalizador de que el kichnerismo retome el poder luego del macrismo. Lo segundo: el crecimiento. Modesto. Recién el 2023 retomaríamos el tamaño que tuvo la economía en el 2019. Entendible por la pandemia aunque otras economías se han recuperado más rápido. Lo tercero: la producción petrolera, columna vertebral de la economía ecuatoriana. El anuncio positivo es que se duplicará la producción actual que mas o menos a un millón de barriles, como lo hizo Colombia. ¿Pero entonces porque la programación no dice eso? Y prevé solo un crecimiento del 8%. Hasta más o menos los 530.000 barriles diarios. Pero no solo eso, y el Ministro actual no ha sido capaz de responderme a raiz de un pedido de información, porqué la producción petrolera se cae desde el 24 de mayo del 2021 en más de 20.000 barriles. ¿Qué está pasando a nivel petrolero? Lo cuarto: el gasto en el rol de pagos del Estado. No solo que no baja, sino que sube. No hay reducción del tamaño del Estado. (O)

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