Edison Narváez Z. / Porque murió Jesús

Columnistas, Opinión

Sin duda uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad, que cambió la vida de millones de personas alrededor del mundo es la muerte y resurrección de Jesús. La Biblia es clara al afirmar que el Hijo de Dios dio su vida para que nosotros pudiéramos recibir la vida eterna; y es que a través de su muerte y resurrección Jesús nos induce a reestablecer nuestras relaciones: la relación con Dios, la relación nuestros semejantes, la relación con la naturaleza y la relación con nosotros mismos. 

Sin embargo, la muerte y resurrección de Jesús van mucho más allá de la salvación de nuestros pecados y la esperanza de la vida eterna. Quienes que han puesto su fe en Jesús deben vivir de acuerdo con el ejemplo de comportamiento practicado por este extraordinario ser; en otras palabras, el cristianismo es mucho más que obtener un ticket al cielo; es encontrar la plenitud de la vida a través de nuestro comportamiento con Jesús y con los demás.

No obstante, de lo anotado, la tendencia natural de todo ser humano es ser egoísta, pero el mensaje de Jesús va en contra de esa tendencia, y habla del amor como un mensaje central para que lo vivamos; sin embargo, muchos no terminamos de entender en qué consiste este amor, y únicamente nos limitamos a vivir dentro de nuestro mundo egoísta y egocéntrico.

Estimados lectores, la célebre frase de Jesús “Ama a tu prójimo como a ti mismo». No implica ‘querer mucho’ a todos, como si el vecino de la tienda significara lo mismo que su pareja, o como si el transeúnte que pasa por la calle significara lo mismo que su hijo. Lo que realmente implica es comportarnos bien con ellos, con respeto, humildad y tolerancia; más allá de cómo ellos se comporten con nosotros.  

El Amor del Comportamiento, nos induce a respetar a los demás, es decir tratar a todos como si fueran gente importante, y de hecho todos los seres humanos somos importantes, cada uno desde su posición; y por esta razón es que hay que prestarles atención, apreciarlos y animarlos a vivir en un mundo de respeto, tolerancia y cordialidad. 

Este amor de Jesús nos invita a ser tolerantes, vale decir mostrar el dominio de uno mismo, respetando el tiempo y los derechos del otro sean sus hijos, el vecino, o el transeúnte que pasa por la calle. 

El Amor de Jesús nos invita a ser humildes, es decir ser auténticos, sin pretensiones ni arrogancias; reconociendo nuestras propias limitaciones, implica esforzarnos por tratar bien a los demás, ser tolerantes con los jóvenes, complacientes con nuestros padres, tiernos con nuestros abuelos y comprensivos con nuestros semejantes. Entonces entendemos que Jesús murió por amor a nosotros.   (O)

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