Dos mil ratas cazadas por bubónica en Ambato. 1916 / Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión

Como medida para combatir la peste bubónica que azotó Ambato por 1916, desde del Municipio  “se estableció una cuadrilla de 4 personas que disponían de 120 trampas; estos se encargaban de colocar las trampas en las casas, dejándolas por 24 horas.- las ratas cazadas, ascienden hasta hoy a más de 2.000; todas eran llevadas al Lazareto para efectuar una ligera inspección, después de la cual, se las ahogaba en solución de kreso y se las incineraba.-  las trampas se las hacía herver y lavar con jabón antes de volver a usarlas.”

Quien sabe es una historia olvidada entre los ambateños actuales. Pero, gracias a  una publicación de un folleto hecha por el médico Dr. Luis J. Martínez V. en 1916, tenemos un documento que avergüenza el estado de salud de la pequeña ciudad que para ese entonces, según el aludido Dr. Luis Martínez, no sobrepasaba de los 10.000 habitantes. Se había desatado la peste bubónica en Ambato, y se había establecido un cerco epidemiológico para evitar que se propagara a Pelileo y Píllaro, así como a las provincias vecinas de Chimborazo y Cotopaxi. Se improvisó un hospital, que en ese entonces se llamaba Lazareto, y se lo ubicó en instalaciones de bodegas del ferrocarril al Curaray, a falta de infraestructura sanitaria.

“El primer caso, seguro parece fue de Rosario Nieto, diagnosticado por el médico, como amigdalitis (angina); que esta persona murió de peste (los casos posteriores) tuvieron lugar en las personas íntimas (esposo e hijos) Y en las personas dueñas de la casa donde le llevaron a velarle, por el increíble tiempo de 56 horas…La muerte de Rosario Nieto fue por asfixia…nadie creyó en la peste, cuando a los 8 días caen enfermos muchos de los parientes y casi toda la familia Fiallos. …los bubones se observaban no solo en el cuello, sino en la axila, en la región inguinal, etc…el terrible flagelo se presentaba con caracteres alarmantes.

El contagio debió haberse hecho por medio de las pulgas que abandonaron el cuerpo del cadáver, para buscar nuevo terreno. Las primeras víctimas fueron las que permanecieron mayor tiempo con el cadáver y entre los acompañantes que pasaron de 100 personas. De los lugares apestados se encargaron de llevar a los vecinos, el terrible microbio, las ratas, y día a día asomaban casos de peste en las casas contiguas y aún más lejos,…”.

Para que el dato no quede como noticia del pasado, hagamos una pregunta sin respuesta a las actuales autoridades de salud de la provincia para que nos digan qué registro llevan sobre la actual peste de ratas que soporta el campesino de muchos sectores de esta tierra de oportunidades. En la época de la peste bubónica eran las ratas urbanas las causantes de las enfermedades; pero ahora, debido a una serie de factores, entre ellas los basureros cantonales, las ratas están acabando con la producción agrícola.

Las ratas son plaga actual y azotan de la noche a la mañana las sementeras de maíz, los cultivos de alverja, y hasta las de papas porque se meten bajo tierra. Agricultores de Píllaro me han relatado estos datos, y en los cantones como Cevallos y Pelileo pasa igual. Por respeto a los “emprendimientos” turísticos me limito a referir que mientras los visitantes se servían truchas entre el paisaje con acequias, enormes ratas desfilaban en procesiones desde los banquetes de sus desperdicios  a sus orámenes,  que como túneles se metían por los cimientos de las construcciones. Esto mismo es lo que relata el médico sobre las viviendas de los barrios pobres de Ambato de hace más de 100 años. Los innumerables planteles de avicultores saben que alimentan gallinas y ratas por toda la provincia.  Las dos mil ratas de la primera cacería municipal es un dato inicial.  ¿Podremos pedir ahora a los candidatos a las alcaldías y a la prefectura que combatan  o se preocupen por las ratas? ¿Será de hacer una consulta popular? (O)

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