Digresión / Esteban Torres Cobo

Columnistas, Opinión



Una frase del filósofo Baruch Spinoza me aplaca el espíritu cuando las cosas no salen como espero. Actúa como un bálsamo. La tomé del artículo de otro pensador que sí lo ha estudiado a detalle -yo no conozco su obra sino someramente aunque siempre lo tuve presente como uno de los grandes- pero el que “no hay que lamentar ni indignarse por las cosas humanas sino entenderlas” es útil para cualquiera. El latín sí ya es más complejo y sofisticado: “humana res nec flere, nec indignari, sed intelligere”. 

La capacidad y la predisposición para entender las cosas quizás facilita la terminación de la ira, el lamento o la indignación. O le pone coto. Permite, además, pasar al pensamiento de acción. Al que logrará plantear algo frente a lo inentendible o al caos. Muchas religiones buscan el equilibrio entre el orden el caos, reconociéndolos y respetándolos. Una enfermedad inesperada de repente nos lleva al caos, lo mismo un choque de auto o cualquier suceso que no esperamos afrontar. 

Y lo de Spinoza puede servirnos, para quienes estamos cotidianamente interesados por lo público, a entender antes que lamentar o indignarse. Para estudiar más y para ser más fríos cuando la calentura aparece. Para desentrañar las causas del bloqueo general que como ecuatorianos, por ejemplo, experimentamos en lo político, social o lo económico. Incluso en lo cultural. 

Para ir contracorriente cuando no hacerlo es popular. Para pensar antes de hablar, y hacerlo pausadamente antes que gritar. Para ser correctos.

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