Desvergonzada impunidad / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



Imagine dos parejas de novios cada una en su departamento el momento después de la cena. La primera, permanece en la mesa conversando alegremente mientras se miran con intensidad, sus manos se entrelazan, no hay precisamente una intencionalidad sexual en sus gestos, pero no dejan de acariciarse, sonreírse y amarse. La segunda pareja, luego de dejar los trastes para lavarlos, apenas cruzan un par de frases irrelevantes y en seguida se sientan cada quien en un extremo de la sala con un libro en sus manos dispuestos a disfrutar un buen rato de lectura.

¿Quién podría afirmar categóricamente que la segunda pareja no está enamorada, que está distanciada y que lo menos que hay entre los dos es amor? Nadie, primero porque es una escena efímera y aislada, pero sobre todo porque el amor es la expresión más subjetiva y difícil de interpretar. De hecho, es perfectamente posible que la intensidad de amor que sienten las dos parejas sea el mismo, es más, quién quita que el amor de la segunda pareja sea incluso más sincero -y apasionado- cuando tiene que serlo.

Con el amor no hay cómo fiarse, hacer juicios anticipados o pretender interpretarlo a nuestro antojo, a veces lo que parece, no es y lo que no parece, sí es. Es fácil perderse en el tempestuoso mar de los caprichos románticos.

Esto no ocurre en otros aspectos de la vida en donde todo es tan obvio que resulta imposible sostener que lo blanco es negro. Le pregunto ¿En todos estos años no ha resultado axiomáticamente obvio constatar cómo se actúa en el Ecuador con la generalidad de las prácticas de corrupción política? Quienes las descubren y denuncian suele ser la prensa, que en el gobierno de Correa era perseguida y en el de Moreno, ignorada. La abrumadora mayoría de las denuncias gruesas (pesos pesados) quedan para el olvido o solo se actúa parcialmente, apenas muy pocas y de poca monta han sido judicializadas. Y a manera de colofón de todo este sainete, ¿no es obvio también que cuando se les encara con pruebas contundentes e irrefutables y se saben perdidos, se ponen más bravos, niegan todo, se declaran perseguidos y huyen (les dejan)?

Todas estas son evidencias concretas de cómo se actúa frente a la corrupción en el país; no hay pierde, todo es tan claro y obvio que la interpretación objetiva es una sola: desvergonzada impunidad, así, sin ambigüedades ni romanticismos.

mariofernandobarona@gmail.com

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