De frente a la verdad

Columnistas, Opinión

Convendremos en que, un puñado de buenos momentos dentro de un gran fracaso, no son para nada convincentes, ni atractivos, ni generosos y mucho menos suficientes o realistas. 

Para generar certidumbres y satisfacciones cuando de paz ciudadana, seguridad jurídica, pública, transparencia y honestidad se trata; la necesidad de correspondencia, permanencia y proyección en el tiempo es la única garantía de su eficacia y eficiencia.

Por eso, a despecho de quienes piensan en la temporalidad de los aportes, tanto como en la limitación de las acciones y por ende, en la seriedad de sus resultados; coincido con quienes miran un poco más allá de sus narices y buscan soluciones ampliadas a los males y urgencias que nos aquejan como sociedad, como país; porque de esta manera, daremos pasos ciertos en función del diseño y la puesta en marcha de objetivos de largo aliento y consecuentemente, del establecimiento de políticas de estado, que tanta falta nos hacen.

Si un objetivo primario y convocante podemos advertir de todo este entuerto en el que estamos inmersos, es el de la unidad. Unidad como sociedad política. Esto es, aquella combinación entre el Estado y la sociedad civil, en tanto constituyen imbricadas esferas en continuo y creciente proceso de interpenetración para regular la vida en común. Para avanzar, juntas, no solo en el descubrimiento de los requerimientos y las crisis, sino en el conjugar de las aportaciones y las soluciones definitivas, enmarcadas en el principio superior de la vida, el respeto, la superación y el valor.

La primera ley del movimiento de Newton nos deja saber que: un objeto en reposo permanece en quietud y, que un objeto en movimiento se mantiene en agitación, y mientras no haya alteración alguna que incida en su estado, los cuerpos continuarán haciendo únicamente lo que al momento hacen. Consiguientemente, si necesitas apurar los pasos, acelerar el movimiento, alcanzar metas con urgencia, debes aplicar más fuerza y poner más empeño. Romper con el inmovilismo.

Pero, ojo, no basta con llegar a la punta de la escalera solamente. Es necesario recordar quien ayudó a construirla, porque en ese hecho, radica la fuerza que hiciera posible acceder a la cima. Y esa base colaborativa es cada vez más amplia.

¡Qué pretendo significar!  Simplemente que debemos reconocer que el esfuerzo que hoy advertimos y que se expresa como acciones diarias y permanentes encaminadas a corregir los comportamientos violentos y las amenazas, son resultado de una decisión asumida, con base en un compromiso adquirido para con la ciudadanía.

Qué importante es poder entender la situación y, luego de un profundo análisis de mea culpa, admitir lo que sucede y no perderse en la tozudez de “no dar el brazo a torcer” porque la situación rebasó -con creces- las posibilidades y merece un esfuerzo adicional para poder atenderla. Al final la percepción lo es todo y por lo mismo, susceptible de reescribir la historia y modificar la praxis cotidiana e incluso las obsesiones. 

Me gustan mis luchas donde pueda verlas… siempre frente a mí. Porque se puede lograr desviar el curso del agua, pero al final la represa se va a reventar y ese hecho superviniente, si no es atendido y corregido a tiempo, será catastrófico para todos, para la economía nacional y para la supervivencia de la democracia.

Los potenciales impactos económicos de la propuesta gubernamental para enfrentar y superar el impasse están claramente identificados y, los más pobres, serán los menos afectados. Esa es una realidad que amerita ser explicada, reconocida e internalizada, para evitar la tentación de escarmentar en carne propia, ya que será imposible saber la profundidad de lo inevitable.  (O)

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