Cuerpo Emocional

Columnistas, Opinión

El estudio de las emociones ha mostrado que mente y cuerpo no son entidades separadas, sino que están intrínsecamente conectadas. Cuando experimentamos emociones, ya sean positivas o negativas, se desencadenan reacciones fisiológicas que impactan directamente en nuestro cuerpo. La ansiedad, por ejemplo, puede manifestarse a través de la tensión muscular, la respiración superficial y cambios en la frecuencia cardíaca.En este proceso, el sistema nervioso autónomo (SNA) desempeña un papel crucial. En situaciones de estrés, el SNA se activa, dando lugar a la conocida respuesta de «lucha o fuga». Esto conlleva cambios inmediatos en la función corporal, como la liberación de adrenalina y cortisol, preparando al cuerpo para enfrentar la amenaza percibida. Por otra parte, las hormonas, como la oxitocina y la dopamina, también desempeñan un papel fundamental en la expresión y experimentación de emociones, afectando no solo nuestras respuestas emocionales sino también funciones corporales como la presión arterial y la digestión.

Cada vez más investigaciones respaldan la idea de que nuestro cuerpo refleja directamente nuestras emociones y estados mentales. En el ámbito de la psicología, se reconoce que las experiencias emocionales pueden manifestarse físicamente en forma de enfermedades, un fenómeno conocido como somatización. La comunicación constante entre nuestro cerebro, sistema nervioso central y cuerpo influye en su funcionamiento y respuesta a diversos estímulos. El estrés crónico, por ejemplo, puede debilitar nuestro sistema inmunológico, aumentar la inflamación y agravar ciertas condiciones médicas. El Instituto Nacional de Salud Mental subraya que el estres cronico además de afectar la salud mental, puede tener un impacto significativo en la salud física; como hipertensión, enfermedades cardíacas, deshidratación, insomnio, compromiso del sistema inmunológico, diabetes y trastornos digestivos. Por lo tanto, es esencial aprender a gestionar nuestras emociones, calmar la mente y el cuerpo, escuchar las señales del cuerpo y considerar prácticas que fortalezcan el bienestar emocional. (O)

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