Cuándo empezó el desmadre / Paúl Viteri Albán

Columnistas, Opinión

Todo este desmadre empezó, cuando en el año 2007 los vocales del Consejo Nacional Electoral, presidido por Jorge Acosta, supuestamente de las huestes de sociedad patriótica, en una cadena nacional oficializaba la destitución y suspensión de los derechos políticos a 57 diputados con los votos favorables de cuatro de  siete de sus miembros quien presidía Acosta, René Mauge de Izquierda Democrática, Hernán Rivadeneira de las filas del partido Socialista y Alfredo Arévalo quien cumplía las funciones de alterno de Elsa Bucaram, hermana del ex presidente Abdala Bucaram.

Ese acto de manteles y actores escurridizos, fue el que proporcionó en aquel momento y hasta la presente, ese mensaje equívoco de falta de independencia entre las distintas funciones del estado; y, termino siendo el inicio de toda la decadencia institucional que hasta ahora tenemos que padecer en nuestro país.

Acosta, a quien por cierto la embajada de los Estados Unidos de Norte América hace poco le retiro su visa, ¿Por qué será?, acompañado de sus tres acólitos fueron quienes marcaron el compás, para el inicio de una evidente desinstitucionalización, dejando un nefasto antecedente de intromisión de funciones, abuso evidente de poder y desbarato institucional.

Entonces, a partir de la inmoral e ilegal destitución de los 57 diputados constitucionalmente elegidos mediante voto popular, parecería que la errónea interpretación jurídica de Acosta sobre considerarse con poderes únicos y omnipotentes, al mencionar que como había iniciado el proceso electoral, por lo tanto, el Tribunal Supremo Electoral era la máxima autoridad en este país; y, así podía destituir a cualquiera que infiriera en las elecciones, algo que por supuesto no debería haber sucedido.

Lamentablemente, a partir de esta simpleza jurídica, en nuestro país se concibió erróneamente el actuar de esa forma, como un comportamiento natural para quienes llegarían después a la dirección de tal o cual función del estado, instaurándose a mi juicio una suerte de injerencia por lo más normal entre las distintas funciones.

La pregunta del millón, ¿y cómo logramos salir de esto?, pues lamentablemente por acá debió pasar la consulta popular presentada por el presidente Guillermo Lasso y no lo hizo, debido a que se instauraba como un indispensable el blindar a nuestra Constitución y conferir  la mayor independencia posible a las distintas funciones del estado… Pero al parecer a nuestro presidente eso tampoco le conviene o favorece.   (O)

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