Crisis alimentaria / Mauricio Calle Naranjo

Columnistas, Opinión

A nivel mundial el hambre y la pobreza han crecido, demostrando de esta manera que las políticas públicas aplicadas no han disminuido ni detenido su incremento. Es indudable que la agricultura convencional no garantiza estabilidad en los precios, porque al ser dependiente de los agroquímicos e insumos de energía, encarecen los costos de producción y además degradan el entorno. En pocas palabras, estas prácticas empíricas son insostenibles.  Desde el punto de vista ecológico, en el planeta solo una pequeña porción de tierra es fértil y apta para la agricultura, sin embargo, los sistemas intensivos de cultivo, la mecanización, el uso de agrotóxicos entre otros, desgastan la tierra dejándola inservible.

El hambre aumenta en el mundo y cada vez existe menos suelo útil. De aquí la importancia de integrar estrategias de remediación de suelos en las nuevas políticas agrarias con la finalidad de ser sostenibles en el tiempo y que constituyan el eje primordial de la soberanía alimentaria y del desarrollo económico de los pueblos.

La décima parte de la población mundial padece hambre, y aun así son menos las tierras cultivables o en diferentes casos los suelos desgastados tienen menor rendimiento. Debido a esto, existen diferentes opiniones al respecto, de quienes piensan que es un problema de producción y otros señalan que existe una distribución inequitativa. Cualquiera sea el razonamiento se puede concluir que el problema persiste y que año a año empeora sin darle una solución adecuada.

En el 2021, la pobreza extrema en el mundo alcanzará los 150 millones de personas, lo cual debe llamar la atención a los gobernantes, puesto que urgen medidas inmediatas y efectivas para luchar contra el hambre y la pobreza. Se aproximan días duros para los territorios rurales que viven de la agricultura, ya que deberán cambiar de paradigmas a fin de prosperar en beneficio de las nuevas generaciones y evitar convertirse en un país que no produce y que se alimenta solo de importaciones. “Más vale un gramo de acción que una tonelada de intención” (Roger Federer). (O)

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