Crímenes atroces / Editorial

Editorial

  Los hechos delictivos de los últimos días perpetrados en Quito y en Ibarra, ciudad tradicionalmente pacífica, han ocasionado alarma entre los ecuatorianos y condenas de todo tipo;   aspiramos  a vivir en el clima de paz, aunque ésta viene deteriorándose desde varias décadas .

  Precisa analizar las causas de estas realidades dolorosas que soporta nuestra población, que si no se las corrige a tiempo, puede agravarse   para las futuras generaciones.  Consideramos que la causa principal para haber llegado a la realidad que vivimos, es la pérdida de valores morales y espirituales de algunos sectores de la sociedad, aunque en otros  más importantes y numerosos se cultivan con esmero.

  Se debe comenzar por la familia, aquella estructura primigenia de la sociedad; se va perdiendo  la esencia de la familia formada por padres e hijos.  La facilidad de los divorcios permite que los hijos sufran las consecuencias del abandono y de la indiferencia de los progenitores. Por aquí hay que comenzar reforzando los valores.

  La secularización exagerada de la sociedad y de la gente torna permisivos los excesos en cuanto a sexo, al sadismo, a la violencia, a la discriminación de género. El aborto es una de esas evidencias con el argumento de que la mujer es dueña de su cuerpo.

  He ahí un esbozo general de las causas de la criminalidad. Recuperar los valores humanos desde la familia,  la escuela y de todos lo ámbitos es la tarea fundamental de la sociedad y de las autoridades. Dura pero posible la tarea. (O)

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