Craso error

Columnistas, Opinión

La expresión «craso error» viene del latín «crassus errare» que significa «error grave», se utiliza para referirse a un error imperdonable o muy grave y es originario de la antigua Roma. Marco Licinio Craso era uno de los tres generales triunviros de Roma, junto con Julio César y Pompeyo. Craso era un hombre muy rico y poderoso, pero también arrogante y ambicioso. En el año 53 a.C., Craso decidió invadir el Imperio Parto, un poderoso reino de Asia Central, pero subestimó a sus enemigos -craso error- lo que provocó la derrota de su ejército en la batalla de Carras. Esto le costó la vida de una forma horripilante: obligado a beber oro fundido. La derrota de Craso fue una gran humillación para Roma y marcó el fin de los triunviros. Desde ese entonces, la expresión «craso error» se ha utilizado para referirse a cualquier error garrafal. 

Por lo arrogante y ambicioso, Craso bien puede parecerse al Rafael Correa de nuestros días, un corrupto y despiadado líder que además está terminando su paso por la política humillado y bebiendo oro fundido en forma de pruebas, testimonios y evidencias que la fiscal Diana Salazar (su peor enemigo, a la que también subestimó) hace que se lo trague -no de un tirón como a Craso- sino en un incesante y llameante goteo que no ha parado desde hace cinco años. De ahí la desesperación incontenible de Correa al vivir una angustiosa agonía que poco a poco le va desgarrando todo por dentro.  

Si lo piensa bien, no sé en la práctica qué pudo haber sido más despiadado para Craso: si su espantosa muerte o la humillación que debió soportar de parte de sus enemigos, los partos. En el caso de Correa igual, no sé qué es más espantoso para él: si la muerte política lenta y dolorosa que está soportando o la humillación cada vez más aplastante de su enorme ego. 

Como quiera que sea, espero que algunos ciegos fanáticos que aún balan por su líder aprendan de Marco Licinio a jamás subestimar al enemigo, a no ser arrogantes y ambiciosos, a tener un poco de amor propio para reconocer el craso error cometido por su líder cual fue robar y dejar robar y a distanciarse de él con un poco dignidad. Y aunque estamos muy lejos de hacerlos tragar oro fundido, seguro todos ellos lo sentirán como tal al ver a su otrora imbatible “presidente” convertido en esperpento del mal.  (O) 

mariofernandobarona@gmail.com 

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