Cotidianidad del absurdo en el tránsito/ Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

No se ha demostrado que los contagios son menores cuando los vehículos particulares circulan menos. En otras palabras, es inexistente la relación entre mayores prohibiciones a la circulación de vehículos privados y menos contagios.

 Con la prohibición de circulación por placas, no se han evitado más contagios, en ciudades como Ambato. Las cifras hablan por sí solas. 

La absurda prohibición de circulación por placas ha sido, más bien, un obstáculo para que la gente trabaje, se movilice y, en definitiva, para que la economía se reactive.

Al no tener sustento técnico la prohibición, resulta absurda para disminuir el número de contagios. Lo grave es que tanto las autoridades locales como un buen número de conductores crean que se la hace un gran servicio a la comunidad impidiendo la libre circulación vehicular. Es lo que se llama la cotidianidad del absurdo. 

Se conoce que se han retenido 3000 vehículos en Ambato y se han impuesto multas superiores a los 100 dólares a cada conductor. Pero no se sabe cuántos vehículos no pudieron llegar a su destino de trabajo. Tampoco se conoce cuánto dejaron de generar, en términos  económicos, quienes se quedaron en media vían observando cómo los agentes de tránsito remolcaban sus vehículos a los patios.

Ya se anuncia el pico y placa para la ciudad. Otro absurdo monumental. Ojalá alguien recordara una de las máximas de Ignacio de Loyola, “en tiempos de desolación, no se haga mudanza”. Es decir, en dificultades no se hagan cambios, especialmente cuando son absurdos.

El manejo de la pandemia ha sido errático desde el COE nacional. En el COE de cada cantón se han replicado, lamentablemente, los errores. Desde Ambato se debería enviar un potente mensaje al COE nacional, no aplicando las prohibiciones de circulación vehicular por placas. Con restricciones a la circulación vehicular, la reactivación de la economía local será más lenta.  (O)

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