Continúa… / Andrea Manjarrez Ocaña

Columnistas, Opinión


Asistir a un funeral es algo así como enfermarse temporalmente, es una situación compleja, difícil y sobre todo demasiado triste, siempre me he preguntado será que alguien sabe cómo dar el pésame, alguien prepara un discurso antes de llegar a brindar un abrazo a quien ha perdido un ser querido; mirar a un amigo o conocido sufrir, desmoronarse por ver a un familiar o ser cercano sin vida, sin poderle hablar, abrazar, mirar sus ojos, su sonrisa, y saber que nunca más lo hará, sin duda es un estado inexplicable donde ni el sollozo llanto, ni los gritos silenciosos, podrán sanar el dolor desgarrante que siente un corazón que perdió una parte de él, la imagen de un ataúd con un diseño solemne es simplemente terrible, flores a su alrededor de aquellos que apreciaron a esa persona, que sin importar su número o su belleza jamás podrán lograr ser una imagen agradable, pues es la muestra palpable de que la vida es tan frágil, que se puede terminar en un segundo, sin importar la edad, clase social, raza, etc.

Es simple, el misterio de la muerte es la realidad que todos debemos atravesar, un dolor irreparable pero que poco a poco queda en un recuerdo amargo del pasado, remembranza que mostrará rostros sombríos y tristes, fotografías añejas, memoria repleta de vivencias, momentos y experiencias. Y que injusta es la existencia al tener que continuar, como si nada, como antes, demostrando que nadie es indispensable, ni los padres, ni los hijos, hermanos, amigos, el dolor perdura más la ley establece que no puedes estancarte, debes seguir, esa ley de la vida que te hace ser más terrenal y menos espiritual donde los sentimientos son remplazados por la cotidianeidad y la realidad.         Pues sin importar lo que pase hoy el día de mañana la vida… Continúa…(O)


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