Conspirador a sueldo / Fabricio Dávila Espinoza
Esta frase célebre es atribuida al cinco veces presidente Velasco Ibarra. De esta forma, como “conspirador a sueldo”, calificó a Jorge Zavala y Arosemena Monroy, quienes en períodos diferentes terminaron ocupando su lugar.
Los actuales incidentes podrían hundir al gobierno de Guillermo Lasso. Entonces resulta inevitable que las miradas estén dirigidas hacia Alfredo Borrero. En condiciones democráticas normales es el sucesor natural del presidente. Sin embargo, en un país donde suele imponerse, no la legalidad ni la razón, sino la fuerza de los votos, cualquier cosa podría pasar.
Así sucedió en 1997, cuando Rosalía Arteaga, sucesora legítima de Abdalá Bucaram y Fabián Alarcón, presidente del Congreso, disputaron la presidencia fuera de las urnas. El Legislativo inclinó la balanza a favor de Alarcón, creando la figura inexistente en la Constitución de presidente interino.
En 1998, Jamil Mahuad, inició un mandato que duró dos años, hasta que el orden constitucional fue quebrantado por una “Junta de Salvación” integrada por Lucio Gutiérrez, Carlos Vargas y Carlos Solórzano. La ilusión del triunvirato fue efímera; horas más tarde asumió el poder un Consejo de Estado en el que Gutiérrez quedó fuera, reemplazado por un militar de mayor rango, Carlos Mendoza; sí permanecieron Vargas y Solórzano, pero duraron algunos minutos. Finalmente, Gustavo Noboa, vicepresidente democrático, tomó juramento para terminar el mandato de Mahuad.
El 2002, Lucio Gutiérrez volvió, esta vez como ganador de elecciones, pero en el 2005 le hicieron lo mismo que él hizo a Mahuad; juró que cambiaría el país o “moriría en el intento”, pero huyó del palacio de gobierno en un helicóptero cuando las fuerzas armadas le retiraron el apoyo. Entonces asumió la presidencia su sucesor, Alfredo Palacio.
De ahí en adelante, el país ha conocido varios vicepresidentes: el principal heredero y después verdugo del correísmo, Lenin Moreno, ahora enjuiciado por corrupción; Jorge Glas, apenas salido de la cárcel; Alejandra Vicuña, enfrentada a la justicia por cobrar diezmos; Otto Sonnenholzner, quien renunció por discrepancias con el presidente y Alejandra Muñoz. De ella solo se recuerda la visita familiar que realizó al Vaticano.
En palabras de Velasco Ibarra, el actual “conspirador a sueldo” mantiene su lealtad al presidente. Por lo menos de labios para fuera. Lo único cierto es que estamos frente a la posibilidad de una nueva sucesión presidencial. Habrá que esperar cómo transcurren los hechos para saber si la lealtad se mantiene firme. (O)