Con mi alma llena de fidelidad/ Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión


Tratar de cobrar deudas indebidas es una de las venganzas de la vida. Todo deudor nato es un incompetente ante el saber. Las deudas son las máscaras de la trampa.Todo cobrador es quien poco a poco se  transforma en dueño del  poder. Allá se sube por la pedagogía de la trampa. Ahora que tengo la certeza de ser sombra, les advierto que todo poder tan solo es un encargo. Las mafias lo saben mejor. La única ventaja es que hasta el más poderoso tiene que rendirle cuentas finales a la muerte.

Creo que un hijo, al tratar de cobrar una deuda otorgada por su padre, debe pensar que su progenitor fue un sarcástico. Un prestamista no es un hombre de generoso corazón. ¿Qué mismo pensarían de mí, mis hijas y mis yernos que andaban dando poderes para heredar mis haberes entregados a deudores que vivían por Cali y Popayán? A decir verdad, creo que esos haberes más le pertenecían al licenciado Gallegos y a su prole, el que vivió por esos términos, antes de pelear y sucumbir en Iñaquito en 18 de enero de 1546.

En esos tiempos, con mis ahorros procuré adeptos entre tantos necesitados que llegábamos a Indias con el objeto de cambiar nuestra suerte. En vez de agradecidos tuve una legión de sádicos bufones inconsecuentes.

Eran tiempos en los que yo andaba por Popayán y Cali acompañando a Benalcázar, con mi alma llena defidelidad, y sintiendo entre mis piernas esa alegría rara que jadeaba en los caballos cuando se trataba de espantar indios. Y no se diga de las orgías  con las que nuestras jaurías se daban sus festines.

También debo decirles que tuve una virtud acertada cuando me tocó cambiar mi  fidelidad a los Pizarro, sobre todo a Gonzalo, después que hizo cortar la cabeza al Virrey Núñez de Vela en la batalla de Añaquito. Yo no fui como Benalcázar que demostró fidelidad tanto a los Pizarro como al Virrey, es decir, a los dos bandos. Él decía que practicaba la justicia que no es natural, sino invento de quienes dicen que tienen la razón. ¿No se han dado cuenta que la fidelidad es una máscara que nos  presta el poder a los necesitados? La justicia, como cuestión de balanzas se traducen en peso, por eso ellas no sirven para las cosas del espíritu ni de los ideales.

Juzgad las fidelidades de Benalcázar con los dos rivales a la vez. Él decía que  también sus fidelidades serían modelo para el futuro.

Yo en cambio pensaba en aplicarla por separado. Yo no pude asimilar la fortaleza de esa astucia demostrada por Don Sebastián. Averiguad a una de mis sombras.

Les dije a los Pizarro, que quedaban en deuda conmigo; que me dejaran refundar pueblos por el Quito; que en esa tarea yo iba a demostrar mis fidelidades, y por ello logré enraizarme con solvencia y con prestigio, en estas tierras, solo cuando los asesinatos y degollamientos volvieran a su calma.

Así, de las insurrecciones de los sediciosos conquistadores que empezaron en Quito, surgieron las recompensas, como reconocimiento a  nuestras fidelidades al vacío. (O)

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