Con esos hermanos para qué enemigos / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



Ecuador puede ser todo, menos aburrido. Es un país en el que mucha gente grita con más fuerza un gol de su equipo que la picardía de algún político. Tenemos candidatos – delincuentes que ganan elecciones. Hay funcionarios que como pavos contonean sus ínfulas gracias a compadrazgos y no a sus méritos. Gobernantes que no tienen idea de… casi nada. Bandas narco delictivas que gobiernan centros carcelarios, calles y ciudades. Políticos que con engaños le roban la ilusión al pueblo, y un pueblo que se deja engañar.

Así es nuestro país, un continuo espectáculo en el que nadie se aburre; pero si aún así lo hace, deléitese con los rounds entre candidatos finalistas a los que se han sumado sus propios hermanos, eso sí es diversión garantizada, fíjese: Fabricio Correa, hermano de Rafael, va a votar por Lasso; y Xavier Lasso, hermano de Guillermo, va a votar por Aráuz (candidato de Correa). Qué tal; eso no se ve ni en las mejores democracias.

Pero lo hecho por Xavier Lasso la semana pasada ya cayó pesadamente en el plano de lo nauseabundo: publicó un video en redes repitiendo el mismo discurso odiador y mentiroso en contra de Guillermo, su hermano. Es tan bajo que le reto a que lo mire y que lo termine sin arcadas, porque una cosa es la contienda electoral en la que hay posturas diferentes que cada quien defiende, y otra muy distinta la puñalada rastrera y canalla perpetrada por la propia familia.

Alguien dirá que por qué no se opina lo mismo de Fabricio Correa cuando habla de su hermano Rafael. Primero, él también tiene tremendo rabo de paja, pero al menos cuando se refiere a su hermano no miente, Fabricio ha dicho lo que todo el mundo sabe y que ahora la justicia lo está confirmando; en cambio Xavier Lasso sí lo hace miserable y descaradamente porque -léalo bien-: tanto él como todos los correistas saben perfectamente que Guillermo Lasso no tuvo nada que ver con el feriado bancario, por lo tanto, que lo acuse cualquier correista falsamente es ruin, pero que lo haga su propio hermano (con tal rencor expresado en sus palabras y rostro), es por decir lo menos repugnante.

Más allá de si ese video cumplió o no su cometido, lo único que confirma es que la condición humana nunca dejará de sorprendernos con infamias de grueso calibre. De ahí la importancia de crecer como personas de bien, sin complejos, envidias ni resentimientos, características propias de una izquierda retrógrada. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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