Con aroma de café / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión

Los escenarios pintan de claro-oscuro según afirman los especialistas electorales, sobre todo, para el candidato que terminó primero en esta contienda y pasará a definir con el que le sigue, el próximo 19 de junio, el balotaje por la Presidencia de Colombia.

Históricamente, en las últimas elecciones la fuerza electoral que se ha impuesto ha sido la centro derecha. La movilización de votos ocasionalmente ha estado focalizada y, los seguidores de Rodolfo Hernández, el empresario, ex alcalde de Bucaramanga y outsider colombiano, piensan que esta vez se concretará una mayoría de adhesiones resultantes -fundamentalmente- del crecimiento electoral y de la sumatoria de votos de centro derecha, vale decir, de los seguidores de Gutiérrez y de Fajardo, no necesariamente impulsados o promovidos por ellos, sino más bien como respuesta ciudadana a la necesidad de formar un gobierno fuerte que los represente. No así los seguidores del izquierdista Petro, que, convencidos de la promesa de “corregir las profundas desigualdades y cambiar su dependencia de combustibles fósiles por tecnología limpia” han iniciado un refuerzo de campaña, intentando minimizar la presencia del candidato Hernández, a decir de ellos, carente de programa político.

Pero la gente no come cuentos. Por más que digan que se compite con una imagen y no con un planteamiento de gobierno; la comunidad, si es capaz de entender y diferenciar entre transparencia, espontaneidad y verdad, con las poses, el andamiaje electoral y la desesperación de llegar. 

Los foros de Puebla, Sao Paulo y cosas por el estilo, están ávidos de victoria, para intentar cerrar un círculo que, cada vez, se les ha hecho esquivo y se ha escapado en su intencionalidad de agrandar el territorio de su influencia y tolerancia.  Una vez agregados Perú y Chile, y en previsión de que vuelvan a dominar Brasil; Colombia, es un territorio necesarísimo a sus intereses expansionistas. 

La tierra de Santander ha sido, por lo que se mira, un bastión de resistencia a esas intenciones y una puerta que a pesar de todo, no obstante el bamboleo, se ha mantenido cerrada a la apropiación indebida y a la manipulación narco-política camuflada de izquierda. Esa circunstancia, no les ha dejado dormir en por lo menos las tres últimas décadas a los populistas “zurdos” y ahora están dispuestos a todo por conseguirlo.

Con seguridad, se avecinan días más largos que de costumbre. Intensos, prolíficos en cabildeos y cercanías. Generosos en ofrecimientos, aunque lejanos en cumplimientos.

Días de cuenta regresiva y apuros sin tapujos, que de ninguna forma escaparán de las mascaradas, las simulaciones y las trastiendas.

Lamentablemente ¡Es parte del hacer político!

Propicio es saborear una tasa de café recién colado y disfrutar de su aroma y su sabor, sintiéndose parte de los cafetales, pero también de los valles, las montañas, los llanos y de las conurbaciones que sin desplantes apuestan y recapacitan, cada vez que se acercan al mar y sienten el salobre perfume de la nada flotando sobre la bruma.

Hay que construir un gobierno, para un país que mira desde lo alto a la subregión y lograr que concrete un impulso distinto al que se lo pretende asignar. Será, a fuerza de las circunstancias y de las capacidades que la gente quiera depositar en aquel. La confianza jugará el rol mayor y superará la ausencia de muchos que voluntariamente no se animan a jugar el juego democrático con más entusiasmo que su mirada de lejos y su comentario en voz baja.

Que el café nunca pierda su aroma, ni la virtud de conquistar el alma y generar la calma en la Colombia de todos los que la aman y respetan.

Sobre todo, que se enarbole y flamee la paz.

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