Cómo miramos el caos y la calma en nuestras vidas

Columnistas, Opinión

Depredar; explotar; consumir; entender que sólo somos materia y que debemos exterminar todo lo que está a nuestro alrededor para incrementar nuestro capital económico; convencernos de que abortar es una opción normal para reducir los índices de crecimiento poblacional; evitar las posibilidades de la monogamia en las relaciones interpersonales que podrían arrojar una alternativa de familia; mirar con buenos ojos a los transgénicos, gigantes con los que ya no se puede luchar; creer que el cambio climático es una simple ilusión del siglo XXI y que no existe en realidad; obedecer y no tener alternativas a pensar y desarrollar tu propio criterio; mirarte al espejo y ver que no cumples con las reglas establecidas e incidir en tu proceso de depresión y ansiedad como algo permanente dentro del común pensamiento; considerar al humano como la especie superior frente a todas las demás especies que cohabitan en este espacio-tiempo; dejar de abrazar a los demás y pretender abrazar únicamente a las redes sociales; esas, son algunas de las utopías o quimeras ilusorias  más tristes y absurdas convertidas en falsas verdades con las que nos enfrentamos usualmente en nuestros tiempos. 

Acaso ahora,  durante una mirada al pasado, podríamos preguntarnos  si al reconocer que en realidad, todo es al revés, darte cuenta de repente que están diseñando un mundo en donde sólo funciona lo que puedes ver cuando es estéticamente consumible, o que cabe en el círculo vicioso del materialismo extremo sin pensar en ninguna consecuencia, todo está creado para pretender obtener todo al instante, sin procesos, así cuándo regresamos a ver cómo fue lo que se construyó para llegar hasta donde estamos no lo asimilamos tan fácilmente, o si? 

Es necesario empezar a reconocer cómo fueron nuestras civilizaciones antiguas, cómo fue que nos reconocimos como pueblos originarios, cómo reconocemos lo que llevamos dentro de la sabiduría ancestral que nos heredaron nuestros antepasados, cómo fue que aceptamos que en las plantas está la protección, la sabiduría transmitida de generación en generación, la gran fuente de inspiración para la ciencia, todo lo que realmente nos hace ser lo que ahora somos. (O)

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