Cólicos menstruales / Klever Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

El oscurantismo, el secreto, y aún la culpa, han rodeado secularmente el hecho de la menstruación femenina. Las religiones, la concepción machista del mundo, y la ignorancia e incomprensión, han determinado que, hasta hace pocas décadas, el ciclo menstrual, se haya considerado únicamente, en su faceta de instrumento de la reproducción, sin atender a los signos y síntomas que se derivan de ella, y que hoy se concibe como un cuadro clínico, con sus causas, consecuencias y tratamiento.

El denominado Síndrome de Tensión Premenstrual (STPM), es uno de los capítulos más controvertidos de la patología ginecológica, ya que sus manifestaciones son variadas, dispares y diferente de unas mujeres a otras.

Existen muchas hipótesis para explicarlo, si bien, no se sabe con exactitud. Hay teorías que hablan de una respuesta anormal del organismo a los niveles normales de hormonas ováricas, otras lo relacionan con deficiencias nutricionales de ácidos grasos esenciales, o bajos niveles de calcio y magnesio. Se han considerado también factores genéticos, culturales, psicológicos, y sociales, pero lo más plausible, es que el síndrome premenstrual esté determinado por la suma de factores físicos, psicológicos y sociales. No obstante, es interesante resaltar que, posiblemente, la respuesta hormonal sea un factor determinante, toda vez que el síndrome premenstrual, es padecido por mujeres de todas las culturas, y clases sociales, independientemente de situaciones económicas, nivel académico o situación geográfica. Se puede considerar como una enfermedad de origen fundamentalmente inflamatorio útero-pelviano de evolución cíclica, que suele experimentar una agravación progresiva con el tiempo, produciendo un compromiso sistémico en el que, básicamente, existiría una disfunción bioquímica importante en la síntesis de los mediadores inflamatorios. Se presenta en forma más severa en aquellas pacientes con deficiencia de neuropéptidos como encefalinas, endorfinas y neurotransmisores clásicos, como serotonina y dopamina. Se ha señalado que las deficiencias de vitaminas, minerales y desequilibrios dietéticos pueden empeorar los síntomas, así como también influye la vida sedentaria, habiéndose observado un cierto alivio con la actividad física regular.

Más de150 síntomas físicos y emocionales se han reportado en asociación con el STPM, síntomas desagradables e incómodos. Los cambios físicos más frecuentes son tensión mamaria, dolor abdominal, hinchazón en cara, abdomen y manos, dolor de cabeza, rigidez muscular, dolores, calambres abdominales, cambio del apetito, necesidad de ingerir dulces, estreñimiento o diarrea, palpitaciones, perturbaciones en el ritmo sueño-vigilia, cambios en el interés sexual, malestar difuso, migrañas, acné, urticaria, etc.  Cambios psíquicos como depresión, sentimiento de tristeza, cansancio o fatiga, intranquilidad, ánimo irritable, ansiedad, deseos incontrolables de llorar, dificultades en la concentración, etc.

La Acupuntura, tiene particular importancia y efectividad en esta pesadilla de muchas mujeres. Se ha evidenciado una contundente y exitosa mejoría de su calidad de vida para el resto de sus años. (O)

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