Coeficiente Intelectual e Inteligencia Emocional / Edison Narváez Z.

Columnistas, Opinión

En virtud de los nuevos desafíos tecnológicos, administrativos y económicos; los seres humanos y las instituciones requieren una gran capacidad de adaptación a las exigencias de cambio y modernización organizacional.

Dentro de este proceso, el recurso humano (Talento Humano) adquiere una vital importancia como factor clave en el éxito de cualquier organización; y es que la visión de la organización moderna se proyecta progresivamente a un enfoque de la realidad no autoritario y vertical sino participativo y democratizador, no conflictivo sino racional; y con una concepción del ser humano como ente racional pero también como persona intuitiva, afectiva y emocional.

Es decir, la inteligencia cognitiva o el coeficiente intelectual que definía el éxito de un individuo y explicaba gracias a éste sus comportamientos y logros en el trabajo (en la vida misma), hoy se va ampliando y permitiendo el ingreso de una nueva tendencia, que es el coeficiente de inteligencia emocional.

En otras palabras, si el éxito en los negocios en el siglo XX se basó en el elevado coeficiente intelectual de las personas; según varios autores, en el siglo XXI este éxito se desarrollará en función principalmente de la inteligencia emocional de las personas.

Pero, ¿Qué es la Inteligencia Emocional? Es el uso inteligente de las emociones, y que va mas allá de las capacidades académicas; de modo que ayudan a controlar la conducta. Es el desarrollo de habilidades tales como:

  • La capacidad de motivarse y persistir frente a las decepciones.
  • Controlar el impulso y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar.
  • Mostrar empatía, es decir comprender las emociones de los demás, tratar de sentir lo que el otro siente.

Una empresa o un negocio cualquiera es un sistema que depende de la interacción de los individuos que forman parte de ella, en tal virtud el desarrollo de la inteligencia emocional de sus empleados, ayudará a comunicarse abiertamente con eficacia, a lidiar con los asuntos difíciles hasta el final; a escuchar activamente y compartir la información; a resolver los conflictos y a sentirse motivados.

Entonces es necesario que la organización fomente estas capacidades a efectos de volverse eficiente y productiva.

Probablemente el desarrollo de la inteligencia emocional de sus empleados sea el ingrediente faltante para incrementar sus ventas.

No se debe olvidar que el coeficiente intelectual, después de la adolescencia cambia muy poco, en cambio la inteligencia emocional se la puede aprender, se puede adquirir destrezas para manejar nuestras emociones e impulsos y trabajar con empatía y motivación.

El coeficiente intelectual y la inteligencia emocional no son conceptos opuestos, sino  distintos, los seres humanos mezclamos intelecto y agudeza emocional;  sin embargo la empresa que apunta su gestión a la excelencia, debe incluir en su estructura personas con una inteligencia emocional muy elevada, ya que éstas son socialmente equilibradas, poseen una notable capacidad de compromiso con las personas, se sienten cómodas con ellas mismos, con los demás y con el universo social en donde viven, es decir son personas más plenamente humanas,………..  más resilientes, más productivas. (O)

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