Circo para el pueblo / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



La activista política guatemalteca, Gloria Álvarez, dijo alguna vez que el Estado te quiere ignorante y estúpido. Que a los gobiernos populistas jamás les va a interesar instruirte porque es muchísimo más fácil adoctrinar mentes sin criterio ni pensamiento propio. Ángela Merkel, la canciller federal de Alemania, también se pronunció en términos parecidos con alguna frase que dice mas o menos así: Destino mucho dinero a la instrucción y educación del pueblo porque resulta bastante más caro mantener ignorantes.

América Latina y particularmente el Ecuador han sufrido desde siempre de este mal y en nuestro caso con un aditamento adicional que unas veces es causa y otras efecto: el folclorismo, la teatralización, el show o cualquier sustantivo parecido que describa apropiadamente el mantener a la población ilusa embelesada y contenta con escenas de gran dramatismo histriónico de parte de sus líderes políticos, ejecutadas con la única condición de llegar a calar hondo en el alma y sentimiento de esa población ignorante. En otras palabras, circo para el entretenimiento del pueblo.

Los gobiernos populistas pueden ser pésimos para gobernar (como efectivamente lo son), pero nadie va a negar que son extraordinarios empresarios circenses que saben aprovechar a la perfección esa ignorancia e ingenuidad del pueblo con puestas en escena de actores y actrices muy bien entrenados ya sea para hacer reír, llorar o indignar a tantos cuantos los miran desde el entablado. Pero es un acto, una simple escena, nada es realidad, todo es fingido, preparado, repasado, calculado, es circo para el pueblo. Tan es así, que durante los diez años del correísmo cada sábado realmente se levantaba escenario, tarima, luces y claro, payaso incluido, con un stand up que duraba alrededor de tres horas.

Otro de tantos que usan y abusan del exquisito arte histriónico es el expresidente Abdalá Bucaram, quien todo el tiempo ha actuado enrolando sobre todo papeles de estoica victimización. Ahora último, a propósito de la retención de su hijo “Dalito” por un delito contra la fe pública, sube un video a las redes sociales recostado sobre un catre mirando a la cámara con el rostro compungido y arrugado por el llanto a la vez que agita vehementemente sus manos implorando piedad para su “inocente hijo”.

Esto es el Ecuador, un circo con bufones para todos los gustos, un permanente show caricaturesco en el que no faltan magos que desaparecen objetos, malabaristas que se juegan su reputación por los aires, domadores de fieras y hasta esculturales bailarinas. Bien dijo alguien que, tenemos los gobiernos que nos merecemos. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

Deja una respuesta