Ciencia y seudociencia

Columnistas, Opinión

¿Qué pasa cuando una sociedad cree en cucos y fantasmas?, se está cobijando en el misticismo y la espiritualidad?, ¿será producto de un miedo cultural?, ancestral, de un mestizaje evangelizado a palos, que ¿idolatra cualquier parafernalia?

Ciencia y pseudociencia son campos antagónicos: la ciencia se sitúa en la órbita del conocimiento y la investigación, constituyendo un corpus de conocimiento en constante progreso, mientras que la pseudociencia pertenece al campo de las creencias y se caracteriza por contar con teorías objetivas.

Cuando las prácticas de falsa ciencia llegan al campo de la salud suponen un peligro. El colectivo en salud física y mental, debe enfrentarse a ellas a diario y por ello los profesionales sanitarios son fundamentales en la prevención de las pseudociencias. Estudiar los elementos discursivos de las pseudociencias resulta de capital importancia, en tanto que no se trata ya de un debate epistemológico sino de un problema de comunicación y utilización de argumentos falaces.

La gente cree en las ciencias falsas debido a que no logran entender la ciencia real, que suele ser más complicada, teórica y aburrida al momento de su comprensión; de esta forma, prueban distintas dogmas y mitos para ver si les funcionan, logrando colmar sus necesidades psicológicas más profundas para poder fantasear con aquello que en el fondo saben que es imposible. En otras palabras, se abraza a las pseudociencias porque todos los deseos se convierten en realidad. Por ejemplo, aquellas personas que han perdido un ser querido y se encuentran desesperadas suelen caer en el cuento de que es posible contactar con el espíritu del difunto por medio de la necromancia, espiritismo, etc., ignorando así su razón, que sabe que esto no es posible.

Ser objetivo ante una realidad tan subjetiva, es necesario hoy en día.

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