Chupacabras / Klever Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

Al escuchar casi todo los días la palabra crisis, inseguridad, corrupción de los politiqueros en pandemia o sin pandemia y los lamentos de cómo está este mundo de ahora, la juventud, la narco delincuencia entre otras, estaba recordando a Jiddu Krishnamurti cuando dijo que: “Veremos lo importantísimo que es llevar a la mente humana a una revolución radical de pensamiento, ya que más que las crisis de las que ya nos hemos acostumbrado a hablar, es una crisis de conciencia, una crisis que ya no acepta nunca más las anteriores normas, las antiguas pautas, tradiciones y, considerando lo que es el mundo en estos tiempos, con toda su miseria, con todos sus conflictos, con su destructiva brutalidad, agresividad, avaricia, egoísmo e individualismo, el hombre es todavía como fue, violento, brutal, agresivo, codicioso, maliciosamente competitivo y ha construido una sociedad en esos mismos términos. Por tanto, no es un indicativo de salud el estar bien ajustado a una sociedad profundamente enferma.”


Progresivamente y con cada vez mayor ambición obsesiva ha ido aumentando el atraco de los fondos públicos por parte de muchos de los “chupacabras” (depredadores furtivos que atacan en silencio y sin dejar huella) de turno, consecuentemente ha ido elevándose el estándar de empobrecimiento, caldo de cultivo de la inseguridad, delincuencia, migración y sus secuelas infames. Las rebeliones patrióticas y sin tintes políticos de las masas populares inconformes han sido usurpadas por populistas aprovechados que han llevado al país al fracaso y a la quiebra de todas las instituciones que se crearon para servir. No se necesita ser erudito en realidad nacional para poder observar como el país va cayendo en el abismo de la pobreza de muchos y la riqueza de pocos, muchos de ellos embusteros de una falsa izquierda y de una mala imitación de derecha.

Cada vez y con más frecuencia hemos errado en escoger a nuestro líder por dejarnos llevar de la pasión y el hábil ofrecimiento como estrategia vil de estos antipatriotas que sin sentimiento de piedad o culpa nos han gobernado y han asaltado nuestras riquezas nacionales, quebrándole al Estado, a sus instituciones y asaltando hasta nuestros ahorros bancarios. No creo que Ecuador pertenece a una población irresponsable, sino creo que nos dejamos arrastrar por nuestros impulsos incorrectos hábilmente canalizados por estos malhechores que nos inducen a una elección políticamente incorrecta. Todo esto constituye la piedra angular de este caos actual.


De tumbo en tumbo volvemos a la nada. Nuestro país, tan rico, de alto potencial hacia el progreso y competitividad, con fluctuantes bonanzas que pudimos haber dado pasos hacia adelante, ha sido, ahora sí, herida y pisoteada por vandalismos, saqueos planificados hasta dejarle al borde de la postración en los anales de la historia, sólo saboreando las lágrimas de la decepción mezclada con una impotente indignación. (O)

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