Catalina Howard. 1542 / Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión

Catalina ya sabe que le van a cortar su cabeza con un hacha. Su ejecución debe verificarse en la Torre Verde a las 7 de la mañana del lunes 13 de febrero de 1542. “La noche previa a la ejecución se cree que Catalina pasó varias horas practicando cómo colocar su cabeza sobre el bloque de decapitación, el cual había sido trasladado a su celda a petición suya”. Seguro era para no dar problemas a los ingleses que imprimían en las mujeres su modelo de fidelidad y civilización, sobre todo a su amado esposo el voluminoso y paranoico Rey Enrique VIII de quien fue su quinta esposa y la segunda en ser decapitada. 

Catalina Howard suda el mismo desprecio que le brotaba de las letras de su nombre a Catalina de Aragón, la primera Catalina que como reina consorte se acostó con el carnudo Rey Enrique, resignada a parirle hijos sin nombre que murieron sin aprender la palara padre. A los sobrevivientes la historia nos cuenta que se llaman duquecitos. A ésta su segunda Catalina solo la desnucó en la cama y luego la rechazó, porque ya tenía como  primera concubina a Elizabeth Blount, la “Bessie”, que le parió al primer hijo varón, que era la obsesión de Enrique VIII. 

Mientras practica la ubicación de su frágil cabeza, Catalina Howard piensa cuánto ha durado su sueño de ser la Reina Consorte. Desde el 28 de julio de 1540 hasta el 23 de noviembre  en que ha sido despojada de su título. Catalina rememora que fue encerrada en Syon Abbey. Hasta mañana creo que puedo decir que han pasado apenas siete meses en esta sufrida  gloria metida en este infierno donde he conocido desnudo a un Lucifer de retorcidos cuernos de 49 años, y lo he visto fornicando en todas las hendijas del palacio por donde acosaba a sus concubinas imaginadas por sus eróticas  palpitaciones.

Era visto por sus servidores como si fuese a veces mi Príncipe  Belcebú; y otras, como  el gran Duque Astaroth, que también eran los servidores de su infernal corte palaciega. ¿Quién lo podía contradecir al humanoide enfermo de engendrar varones para la sucesión de las perversidades? 

Belcebú y Astaroth, o sea “Culpeper y Dereham fueron acusados de alta traición en Guildhall el 1 de diciembre, siendo ambos ejecutados en Tyburn el 10 de diciembre. Culpeper obtuvo el favor del rey y murió decapitado. Matarlo con el hacha fue una deferencia bondadosa del regio Soberano; mientras que Dereham fue colgado, destripado, castrado, descuartizado y decapitado, siendo las cabezas de ambos exhibidas en picas en el Puente de Londres” (Wikipedia).  Ir a Londres y no tomarse una foto con esta remembranza es una vergüenza histórica.

Quienes pasaban por el Puente de Londres, en aquella época, mirando las cabezas decapitadas, comentaban que Culpeper le había escrito una apasionada carta de amor a Catalina donde con mucho afecto  le decía: “mi pequeña, dulce tonta”, porque primero él le había violado antes que cayera en manos del voluminoso rey. Tenía razón para cortarle la cabeza como favor o gracia, mientras que el otro de los “cortesanos favoritos del Rey” Dereham, quien le enredó con sus testimonios, terminó, como queda dicho por la historia.

¿Y por qué no harían nada con Jane Bolena, vizcondesa de Rochford. Si ella fue la Celestina que quiso vengarse  del Rey porque había quedado viuda de su primo Jorge Bolena, quien también murió decapitado como lo hizo con la hermana de éste, Ana Bolena? El odio es una ley de la supervivencia; y la muerte, apenas, un accidente. La sangre sin intriga de nada sirve en lo que se necesita para controlar la especie ¿Qué sería del hombre sin el odio? Cuando el odio anda suelto no son necesarias las cárceles porque el manicomio tiene las puertas abiertas en las casas de armas.

Deja una respuesta