BURBUJITAS DE OXÍGENO / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

Le voy a contar un dato fascinante: ¿cómo se originó el aire en el planeta? Sí, ya sé que no suena tan divertido como comentar el papel del VAR en el Mundial o sonreír al saber que los asambleístas social – correístas volvieron “a quedar como el puerco” al no poder posesionar a los alternos de los alternos del CPCCS, pero le garantizo que si sigue leyendo no se arrepentirá porque aprender ciencia, a parte de ser interesante, a veces nos extrapola a nuevas dimensiones en política, como lo vamos a constatar a continuación.

Para empezar, no crea que la Tierra apareció con oxígeno. Más o menos mil millones de años después de su nacimiento, o sea, hace unos tres mil quinientos millones de años, surgen en aquellos incipientes océanos unos organismos unicelulares llamados cianobacterias que no miden más de unas milésimas de milímetro (presentes hasta el día de hoy) y que al igual que las posteriores plantas utilizan la luz del sol para obtener energía por medio de la fotosíntesis. El caso es que estos simpáticos organismos fueron transformando el dióxido de carbono del agua de mar en oxígeno que fue emergiendo a la superficie en forma de minúsculas burbujas, proceso que se llevó a cabo por un tiempo absurda e incomprensiblemente largo hasta convertir a la Tierra en un lugar habitable para formas de vida superior. Así se formó el aire, cuando el nivel de toxicidad era brutal en la atmósfera y aún no había ni la más elemental partícula animal ni vegetal en tierra firme. ¿Se imagina cuánto tiempo y cuántas micro burbujitas se necesitaron para cambiar eso?

Ahora que ya sabe cómo nació el aire en el planeta, permítame comparar esas diminutas burbujas de oxígeno con el esfuerzo que hacemos incontables ecuatorianos honestos para tratar de detener la narco – política enraizada en nuestro país. Somos mayoría, sin duda, pero el aporte individual es tan minúsculo (como una sola de esas burbujitas) que no permite eliminarlos de un solo tajo. Es que la polución de la impunidad y corrupción es tan grande que asfixia el ambiente y como contrapartida el oxígeno de la honestidad es todavía insuficiente.

Hay, sin embargo, personajes ejemplares que aportan bocanadas impresionantes de oxígeno para tratar de hacer respirable la atmósfera política en el Ecuador, como es el caso del asambleísta Fernando Villavicencio, político valiente, inteligente, documentado y honesto que no se amilana al enfrentar -aún a riesgo propio y de su familia- a toda esa mafia.

Sepa usted, estimado Fernando, que por lo pronto cuenta con millones y millones de pequeñas burbujitas oxigenadas de los ecuatorianos de bien, que individualmente tal vez no serán gran cosa, pero sumadas seguro le servirán de aliento. Siga adelante, señor asambleísta, que no está solo.

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