Bienvenida a casa
La ministra del Interior, Mónica Palencia, fue acogida con algarabía en la residencia presidencial, Carondelet, tras su juicio político, aunque el procedimiento en la Asamblea Nacional aún no ha concluido. El recurso para la revisión de los votos aún está abierto y podrían aparecer novedades de última hora. Hay que recordar que somos Ecuador, un país donde los imposibles de la política no existen.
En resumen, el Gobierno consiguió un nuevo triunfo en la Asamblea el pasado miércoles. Mientras el correísmo resultó ser el principal derrotado, al no conseguir los apoyos necesarios para la censura y destitución de la ministra. La organización Pachacutik y el Partido Social Cristiano se sumaron a la derrota. Los miembros de Construye optaron por abstenerse, aunque muestran descontento con la administración gubernamental.
Bienvenida a casa, Mónica. Te estábamos esperando. Con estas palabras publicadas en sus redes sociales, el gobierno nacional celebró la no destitución de Palencia. El presidente se tomó tan en serio el juicio político que, en la víspera, canceló un viaje a Brasil. La ministra devolvió la cortesía, en su cuenta de X: «Por el bien del Ecuador hoy gana la democracia. Cuenten con mi compromiso, para junto con todos los ecuatorianos, unidos y firmes, seguir trabajando por la Patria». En el gobierno todo fue alegría.
Sin duda, la posible destitución constituía un trofeo para la oposición. La Revolución ciudadana se la tenía jurada a Palencia debido a la irrupción en la embajada de México y la detención de Jorge Glass. La acusadora más visible y vehemente, Paola Cabezas, incluso condicionó su permanencia en el cargo a la destitución de la mano derecha del presidente Noboa, asegurando que se haría al costado si no lo lograba. Hoy dice que sus declaraciones no tenía este sentido y que seguirá en el puesto hasta el final.
Frente a las circunstancias actuales, cabe cuestionar si el país necesita este tipo de espetáculos, si estos son los temas más urgentes y relevantes o si estos asuntos son los que inquietan a los ciudadanos de a pie. La respuesta es no. Existen asuntos más significativos.
En esencia, para que la política sea genuinamente democrática, es imprescindible que los políticos se concentren en las inquietudes de la población. Esto implica resolver los problemas apremiantes para la mayoría de ciudadanos. Por el momento, el gobierno logra su objetivo, pero más adelante, las condiciones de energía, economía y seguridad podrían resultarle fatales.