AUDENCIA INTELECTUAL, LIBERTAD DE ESPÍRITU / JAIME GUEVARA SÁNCHEZ

Columnistas, Opinión

El mundo ha sido evolucionando en sinfín de direcciones debido a las nuevas realidades, nuevos conocimientos, sorprendentes tecnologías. La investigación y los descubrimientos científicos son incontables. Es un mundo complejo pero vivible, según las metas individuales.

Hay pensadores atípicos. Se mueven en un escenario de libertad interior desconcertante. Hacen saltar esquemas rígidos. Promueven ideas que estimulan campo fuera de los parámetros establecidos.

Ante tales realidades podríamos preguntarnos: ¿Dónde quedará Sócrates en un sistema muy estructurado? ¿Lograría una beca de estudios? ¿Recibiera la habitación de la enseñanza? ¿Conseguiría fondos para un proyecto de investigación?

Es cierto que el mundo académico necesita reglas, requisitos, exámenes, concursos, puntuaciones. Un buen profesor no se limita a ocupar un cargo y luego a vivir de las rentas. Entonces, vale la pena un buen sistema que controle todos los parámetros para evitar esos riesgos.

Pero también es verdad que ciertos pensadores rompen esquemas y desentonan. Si, además, son agudos, intuitivos profundos, exigentes consigo mismos, iniciarían senderos culturales sorprendentes, nuevos, enriquecedores. Romperán esquemas.

El mundo de la cultura será algo vivo y estimulante si se sabe, por un lado, mantener niveles de calidad bien meditados y con procedimientos exigentes. Por otro, sise deja espacios al pensamiento creativo y a la genialidad d ellos pequeños o grandes Sócrates que pueden surgir en diferentes lugares y culturas. Sócrates lugares y culturas.

Sócrates es un paradigma de un pensador explosivo. No encajó entre los sofistas más famosos de si tiempo, ni fue aceptado por el mundo democrático en el que vivió, ni recibió el apoyo de otros ambientes aprisionados en esquemas aristocráticos. Por eso fue inevitable su fracaso entre sus contemporáneos.

Su estela, sin embargo, ha quedado grabada profundamente en lo que muchos denominan como Occidente.

No sólo porque contó, entre sus admiradores, a discípulos como Platón, sino, sobre todo, porque se ha convertido, para todos los tiempos, en un modelo de lo que puede surgir fuera de los esquemas rígidas cuando hay audacia intelectual y libertad de espíritu.

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