Atención, aprendizaje y responsabilidad

“¡Ojalá este año, con el cambio de la profesora; mi hijo se dedique (a estudiar)! Siempre que me llama el psicólogo, dice que es muy inquieto, ¡no atiende en clase y no le importa las notas que saca! Si hasta con psicólogo aparte fui y me dijo que es hiperactivo y que necesita otro tipo de trabajo escolar. ¡Ya no sé qué hacer!” Madres conversan en el inicio del año escolar.
El ritmo didáctico de enseñanza tiene un proceso que se basa en la interacción, empatía y predisposición mental del estudiante. Esta actitud interna de voluntad es un factor clave para la motivación y concentración. La predisposición mejora el estado de ánimo, aumenta el control sobre las situaciones y facilita la ejecución de las tareas. La predisposición implica la preparación mental, emocional para un nuevo año escolar. Es importante generar rutinas de estudio, recreando un ambiente de apoyo en el hogar con visión positiva que interioricen a la educación como medio y fin para formarse y acceder a los beneficios sociales que brinda el estudio.
La atención es un proceso cognitivo fundamental para el aprendizaje, porque permite seleccionar, y enfocar la información del entorno; es base para la memoria y otras funciones mentales para adquirir, procesar y afianzar el conocimiento. No es posible aprender sin atención; de allí que los educadores, por su formación y experiencia, aplican estrategias de aula para desarrollarla, evitando distracciones que impiden la concentración mental.
Las emociones tienen una relación directa con la atención y el aprendizaje en clase. Las emociones positivas como la curiosidad y el entusiasmo, aumentan la motivación hacia la concentración, que ayuda en la comprensión de las cosas. La ansiedad, la tristeza o el miedo, obstaculizan la capacidad del estudiante para concentrarse, retener la información y relacionarse con el tema de clase e interactuar con sus compañeros.
Para Piaget, el aprendizaje es un proceso activo en el que el niño interactúa con su entorno y construye su conocimiento; no es solo asimilación de información pasiva. La atención, considerada como proceso neurocognitivo precede a la percepción, impulsa la acción e influencia en la capacidad con la que los niños razonan y construyen su conocimiento. La atención es fundamental para el procesamiento de la información y la comprensión de la complejidad a futuro.
La atención estudiantil requiere de disciplina mental para dirigir y controlar los pensamientos, emociones y acciones para alcanzar objetivos. De esta manera, la atención afina la habilidad de concentrarse en una tarea o pensamiento sin distracciones. Esta capacidad de mantener un equilibrio entre cuerpo, mente y las relaciones interpersonales; es generada por los docentes al aplicar la motivación y la técnica didáctica para alcanzar un estado de bienestar general que propicie un aprendizaje participativo.
La responsabilidad de estudiar es personal. Este valor se aprende en el hogar, se afina con la educación y se utiliza en la sociedad. El proceso educativo, involucra a los padres de familia, con tarea efectiva de los docentes, y requiere de estudiantes participativos. El principio ético dice: “Que nunca pidan lo que no dan”. (O)