Amazónicas mantienen tradición de la chicha

Interculturalidad

Úrsula Ochoa aprendió a elaborar la chicha desde muy niña y sigue todo el ritual desde la amasada y masticada de la yuca. (Foto El Heraldo)

Úrsula se coloca en medio de la sala, toma una batea grande y con un mazo empieza a triturar la yuca cocinada. La joven nacionalidad kichwa amazónica, habita en la comunidad de Llanchama, situada dentro de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Yasuní, cantón Aguarico en la provincia de Orellana. 

La tarea es tediosa, porque debe friccionar completamente la yuca. Sus manos se mueven cuidadosamente para que ningún trozo del tubérculo se quede sin aplastar.

Esta labor la aprendió desde niña y se la heredó la madre. El esposo, Holmer Ochoa, la observa, pero no interfiere en su labor para preparar la chicha de yuca, una de las bebidas ceremoniales y ancestrales de los pueblos indígenas del Oriente.

La yuca y el camote son los dos únicos ingredientes que se necesitan. Todo el proceso, desde la cosecha hasta la pelada de la yuca, lo hacen las mujeres. Úrsula explicó que desde el inicio hasta el final es un ritual, donde la ama de casa demuestra el amor por su familia y los visitantes.

Cuando ya tiene amasada las raíces, ralla el camote para compactarlo para que al momento de la fermentación no se descomponga la chicha. El proceso de la triturada culmina con la masticada de la yuca que luego es depositada en la bandeja para llevarla al reposo.

“La masticada se mantiene a través de los años, porque, según las creencias, eso demuestra toda la buena voluntad, interés y cariño que dan las madres en los hogares o las mujeres de la comunidad a quienes los visitan”, dijo Ochoa.

Elaborar la chicha se puede tardar hasta un día, dependiendo de la cantidad de yuca. Mientras que la fermentación hasta cuatro días, ahí se consigue un grado de alcohol que no perjudica a la salud.  (I)

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