Alicia en el país de Manuelito / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

La extraordinaria obra literaria ‘Alicia en el país de las maravillas’ publicada en 1865, no es solo un cuento para niños, tiene varias interpretaciones filosóficas y muchos pasajes del libro se prestan incluso a conjeturas de carácter metafísico y existencial, como el siguiente: “¿Podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de aquí?”, le preguntó Alicia al Gato de Cheshire. “Depende mucho del punto a dónde quieras ir”, le respondió el animal. “Me da lo mismo a dónde”, replicó la niña. “Entonces no importa qué camino sigas”, fue la lógica respuesta del gato. “Siempre que llegue a alguna parte”, acotó Alicia. “Seguro que lo consigues, si caminas lo suficiente”.

Cada año que comienza, y este no será la excepción, es como volver a corretear detrás del conejo para vivir de nuevo las aventuras de la Alicia de Lewis Carroll, que en nuestro caso no será en el país de las maravillas sino en el de Manuelito, ese con políticos sinverguenzas, con incautos que les creen, con indígenas que amenazan caotizar el país y terroristas que los secundan, pero también ese país de gente buena, trabajadora y amable, que cuenta con infinidad de paraísos naturales, ese país que a veces nos hace sentir como Alicia: en un mundo en el que no hay un orden establecido, donde a menudo las acciones parecen no tener lógica y sin rumbo ni destino ciertos. Pero justamente ahí está la magia, en esos contrastes, en esos claroscuros, en esos altibajos, esa es la maravilla mágica del país de Manuelito.

Así pues, en este 2022 debemos sacar a luz dos importantes lecciones de este famoso cuento. La primera, actuar como Alicia quien aprende a caminar a tientas, a relacionarse, a maravillarse, a resistir y a avanzar, a adoptar la incertidumbre como una constante frente al caos y a reapropiarse de este país, que aunque con muchos sinsentidos, sigue siendo nuestro. La segunda, fijarnos metas porque como le hizo notar el gato a Alicia, es importante tener un rumbo.

Finalmente, recordar que somos nosotros (una Alicia en cada uno) quienes hacemos de este el país de las maravillas o un lugar sin magia, lúgubre y desesperanzado. Si elegimos la primera opción, en este año que comienza debemos entonces enfrentar la pandemia del virus y la de la corrupción enfocados en derrotarlas y en vivir mil aventuras en su camino. Sí, exactamente como lo hemos venido haciendo todo este tiempo, solo que ahora a sabiendas que es usted la Alicia que persigue al conejo y que cae al hoyo. (O)

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